Otras miradas

Qué Hermoso

Alejandro Palomas

La gente protesta contra el Presidente de la Real Federación Española de Fútbol, ​​Luis Rubiales - Plaza Callao, Madrid, España - 28 de agosto de 2023 la gente sostiene pancartas y protesta en Madrid tras un beso entre el Presidente de la Real Federación Española de Fútbol, ​​Luis Rubiales, y la española Jennifer hermoso después de la final de la Copa Mundial Femenina REUTERS/Isabel Infantes/Foto de archivo
La gente protesta contra el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, ​​Luis Rubiales, 28 de agosto de 2023, en Madrid - REUTERS / Isabel Infantes

Hierve, el país hierve por un beso de un sapo que se creía príncipe y eso es historia, ya es historia de España. Y es Hermoso, mucho. Las revoluciones -no sé cuánto costará esta, porque nos enfrentamos a siglos de abuso que han calado en las raíces de todas nuestras estructuras públicas y privadas- surgen así, cuando el plexo se abre y la emoción rebosa, y entonces llega el contagio y todo lo que hasta entonces parecía piedra resulta ser piel, como cuando en las películas de animación un bosque viejo y dormido se desvela lleno de árboles que esperaban una señal para convertir huecos en ojos y ramas en brazos.

Hierve, el país hierve y así debe seguir, vivo, reclamando que las mujeres no sean la papelera en la que el jefe deja el paraguas mojado cuando llueve y el escote en el que deposite su bolígrafo cuando quiere hacerla callar porque pregunta de más. Yo soy un hombre que entiende el abuso, el físico, el sexual y el otro, ese que no se ve porque es fácil decidir no verlo aunque sea haga a la vista de todos. Soy un hombre que tiene rabia porque crecí con ella, con una madre secretaria de su padre, a quien temía como jefe y como marido, usada y abusada en la oficina y en casa, callando lo que sabía que no iba a ser escuchado porque no había oídos para esa clase de vergüenza social. Soy un hombre que entiende y apoya y defiende que ninguna mujer -ni una sola- debería dudar de la integridad de los hombres que la rodean y que vivir haciéndolo es perturbador, agota, desgasta y, en muchos casos, mata.

Hierve, el país hierve y hay que hervir con él, empujar para que no nos apaguen el fuego y haya que volver a buscar leña donde no hay bosque, aire donde no nos dejan respirar, agua donde se ríen de nuestra sed. Es, ahora, el momento de las mujeres, no es casual que el neón que ha encendido esta celebración sea el de "HERMOSO", porque así es, este río es grande, hay que hacerlo grande y abrirlo a arterias que hasta ahora vivían coaguladas por el temor generacional y la precariedad.

"No te metas en política", me escribe un amigo escritor que me quiere bien. "Perderás". Y le hago caso. Este río que crece a diario desde el beso del príncipe-sapo no es política -aunque debamos creer que todo lo es-, porque la reacción a la baba es visceral, es emoción pura que solo la emoción puede vehicular. El bien común de las mujeres -y por lo tanto, de todos los hombres que también defienden el bien común- es esa lluvia fina que tanto tiempo llevábamos esperando en este bosque sediento llamado España para que los árboles puedan por fin atreverse a convertir sus ramas en brazos y sus huecos en ojos.

Es el bien común el que las mujeres lideran hoy.

Es historia.

Y es Hermoso.

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