Otras miradas

Reflexiones de un millonario a los 21: cuando todos somos iguales... excepto algunos

Julen Bollain

Economista

Amancio Ortega y su hija Marta Ortega riéndose (Foto de Archivo). -MIGUEL RIOPA / AFP
Amancio Ortega y su hija Marta Ortega riéndose (Foto de Archivo). -MIGUEL RIOPA / AFP

En estos tiempos modernos, es simplemente maravilloso observar cómo la sociedad se esfuerza por mantenernos a todos en igualdad de condiciones. No importa quién seas o de dónde vengas, porque todos podemos disfrutar del mismo nivel de oportunidades.

Me complace informarte hoy sobre el asombroso milagro de las desigualdades sociales, donde todos somos iguales, excepto algunos afortunados. De hecho, esta igualdad es tan sorprendente que casi parece que algunos de nosotros tenemos un acceso más igualitario a la igualdad que otros. Pero no te preocupes, ¡es solo un pequeño detalle!

Los "Juegos Olímpicos de la Oportunidad"

Vivimos en una sociedad igualitaria, donde todas las personas tenemos las mismas oportunidades. Las puertas de la prosperidad están abiertas para todos, pero, lógicamente, tienes que saber qué puertas tocar y cuándo hacerlo.

Imaginemos por un momento que la vida son los "Juegos Olímpicos de la Oportunidad". Todos los participantes se alinean en la línea de partida, listos para correr hacia un futuro brillante. Por supuesto que, aunque algunos posemos sonrientes con zapatillas de correr de última generación y otros os tengáis que conformar con viejas alpargatas, al ser la línea de partida la misma, a todos nos separa la misma distancia de la línea de meta.


¡Ah! Y espero que no seas tú de esos que venga a decirme que no todos tenemos las mismas oportunidades solo por el hecho de que el 70% de la desigual distribución de la riqueza en España derive de las herencias. O porque se necesiten 120 años para que una familia del 10% más pobre alcance ingresos medios. O por lo insignificante que es que de las 100 personas más ricas de España 74 lo sean por haber heredado. Porque tú me puedes venir con datos, es cierto, pero ¿acaso no conoces a nadie que haya empezado en su garaje y actualmente aparezca en la lista Forbes?

La búsqueda del tesoro

Yo sí. Conozco a mucha gente que empezó desde cero. Mucha gente que fue en búsqueda del famoso "sueño americano" y lo encontró. Yo mismo lo alcancé a base de trabajo, esfuerzo y pasión. Me acuerdo perfectamente, además, cómo el sueño comenzó con miles de currelas trabajando en una mina de esmeralda. También pasamos por regímenes dictatoriales —siempre en el lado correcto, el ganador—, "empezamos de cero" mediante el séptimo banco más grande del país y dimos varias vueltas al mundo con paradas en Bangladesh, donde niños de 9 años cosían la ropa que el abuelo vendía. Con mucho trabajo.

No obstante, hay quien dice que, aunque todos podamos alcanzar el éxito, algunos recibimos un mapa del tesoro detallado. Un mapa del tesoro que incluye acceso a educación de calidad desde una edad temprana, conexiones con personas influyentes y la capacidad de tomar riesgos financieros sin temor a perderlo todo. Para otros, el mapa es un poco más vago, desdibujado, lleno de escollos. Como el de el 50% de las personas que abandonan prematuramente sus estudios y que pertenecen al 20% más pobre, con una total falta de conexiones y la necesidad de aceptar trabajos de mierda para poder mantener a su familia. Pero, joder, yo no puedo elegir en qué familia vas a nacer tú. Dudo que el problema lo tenga yo solo porque mi GPS de última generación sea más eficiente que tu linterna para buscar el tesoro en este oscuro y misterioso bosque. Quizá debas utilizar tu intuición, tirar de suerte y coraje. Te dejo, por si te sirve, una frase que tengo tatuada en el pie junto a la tobillera que me compré el mes pasado en Bali: la esperanza es lo último que se pierde.

Porque esta vez no cambio de opinión. Ya me he cambiado muchas veces de chaqueta durante mi corta vida de millonario. 21 años tengo. 21 años siendo millonario. No es fácil. Mi madre me decía que no fuera como el abuelo, pero yo seguía saliendo de fiesta como un condenado. ¿Estudiar? Para qué. Ya habrá buenos estudiantes a quien yo les arrebate la plusvalía.

La igualdad está en el aire

La cuestión principal, por tanto, es que vivimos en un mundo donde todos contamos con igualdad de oportunidades para tener igualdad de oportunidades. Es cierto que algunas personas pueden tener un poco de ventaja en la línea de salida, pero eso es solo porque son excepcionales en su capacidad para ser excepcionales.

Así que, mientras todos continuamos persiguiendo el esquivo sueño de la igualdad, recordemos que es importante reírnos de nuestras propias contradicciones y desigualdades, con la esperanza de que algún día podamos disfrutar verdaderamente de las mismas oportunidades. Mientras tanto, no te preocupes, ¡la ironía y el humor siempre estarán a tu disposición para aligerar el camino!

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