Otras miradas

El Borbón Carlos III ordenó descuartizar a Túpac Amaru y ejecutar a toda su familia

Pepe Mejía

Periodista. Corresponsal para Europa de Lucha Indígena. Miembro del Colectivo de Peruanxs en Madrid

Tupac Amaru, líder indígena peruano.
Tupac Amaru, líder indígena peruano.

La rebelión de Túpac Amaru estalló el 4 de noviembre de 1780, dentro del contexto de las reformas fiscales borbónicas que puso en vigor el rey Carlos III durante la segunda mitad del siglo XVIII, cuando el monarca se encontraba en plenas funciones en España, rodeado de sus asesores.

Túpac Amaru se rebeló ante las injusticias que sufrían los indios, como el aumento del tributo (impuesto por cabeza) y la brutalidad del trabajo forzoso en la mina de Potosí (hoy Bolivia).

Por otra parte, para la mayoría de los historiadores, el siglo XVIII representó el período de mayor explotación del campesinado indígena. De este modo, el sistema colonial se asentaba en la opresión de los campesinos para satisfacer los intereses de la metrópoli. Túpac Amaru se rebeló entonces contra un colonialismo despótico basada en una dogmática y anquilosada superestructura de colonialidad cuya manifestación más elocuente se constituye en su sentencia a muerte.

Las reformas borbónicas, implementadas por Carlos III a fines del siglo XVIII, en su afán centralizador y recaudador, significaron un aumento del trabajo y la opresión de los indígenas.

La rebelión buscaba transformaciones internas

La independencia propuesta por Túpac no era sólo un cambio político, implicaba modificar el esquema social vigente en la América española. Su movimiento produjo una profunda conmoción en el Perú, grandes transformaciones internas y amplias resonancias americanas. Decía un pasquín de la época: «muera el mal gobierno; mueran los ministros falsos, y viva siempre La Plata.... Y mueran como merecen los que a la justicia faltan y los que insaciables roban con la capa de aduana».

Túpac Amaru, Micaela Bastidas Puyucawa -con quien se casó cuando tenía 20 años- junto con sus huestes comenzaron su revolución reteniendo al corregidor Antonio de Arriaga. Seis días después fue ejecutado. A partir de ese momento, y desde su epicentro en la provincia de Tinta, la rebelión se expandió con gran rapidez tanto hacia el norte (hasta el Cuzco ) como hacia el sur, llegando hasta el lago Titicaca para penetrar finalmente en territorio de la Audiencia de Charcas , hoy Bolivia, señala la historiadora María Luisa Laviana Cuetos.

El 17 de mayo de 1781 Túpac Amaru fue condenado a muerte. La condena alcanzó a toda su familia ya que recomendaba que fuera exterminada toda su descendencia, hasta el cuarto grado de parentesco.

Túpac fue sometido a las más horribles torturas durante varios días. Se le ataron las muñecas a los pies. En la atadura que cruzaba los ligamentos de manos y pies fue colgada una barra de hierro de 100 libras e izado su cuerpo a 2 metros del suelo causándole el dislocamiento de uno de sus brazos. Túpac no delató a nadie. Se guardó para él y la historia el nombre y la ubicación de sus compañeros.

El siniestro visitador Areche, quien redactó la sentencia y obedecía órdenes del rey Carlos III, debió reconocer el coraje y la resistencia de aquel hombre extraordinario en un informe al virrey donde dejaba constancia de que a pesar de los días continuados de tortura, "el inca Túpac Amaru es un espíritu y naturaleza muy robusta y de una serenidad imponderable".

Reinaba Carlos III (1759-1788). El 18 de mayo de 1781, los rebeldes quedaron expuestos a los "civilizadores", que los descuartizaron.

El sadismo de las tropas del borbón Carlos III

A continuación transcribimos textualmente el relato de la muerte de la familia Túpac Amaru contada por sus asesinos:

"El viernes 18 de mayo de 1781, después de haber cercado la plaza con las milicias de esta ciudad del Cuzco... salieron de la Compañía nueve sujetos que fueron: José Verdejo, Andrés Castelo, un zambo, Antonio Oblitas (el que ahorcó al general Arriaga), Antonio Bastidas, Francisco Túpac Amaru; Tomasa Condemaita, cacica de Arcos; Hipólito Túpac Amaru, hijo del traidor; Micaela Bastidas, su mujer, y el insurgente, José Gabriel. Todos salieron a un tiempo, uno tras otro. Venían con grillos y esposas, metidos en unos zurrones, de estos en que se trae la yerba del Paraguay, y arrastrados a la cola de un caballo aparejado. Acompañados de los sacerdotes que los auxiliaban, y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron al pie de la horca, y se les dieron por medio de dos verdugos, las siguientes muertes: A Verdejo, Castelo, al zambo y a Bastidas se les ahorcó llanamente. A Francisco Túpac Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito, se les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca. A la india Condemaita se le dio garrote en un tabladillo con un torno de fierro... habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo en presencia del marido se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque, teniendo el pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fue menester que los verdugos, echándole lazos al cuello, tirando de una a otra parte, y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar. Cerró la función el rebelde José Gabriel, a quien se le sacó a media plaza: allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo. Le ataron las manos y pies a cuatro lazos, y asidos éstos a las cinchas de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se ha visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio en realidad fuese de hierro, no pudieron absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire en un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, para que no padeciese más aquel infeliz, despachó de la Compañía una orden mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y pies. Esto mismo se ejecutó con las mujeres, y a los demás les sacaron las cabezas para dirigirlas a diversos pueblos. Los cuerpos del indio y su mujer se llevaron a Picchu, donde estaba formada una hoguera, en la que fueron arrojados y reducidos a cenizas que se arrojaron al aire y al riachuelo que allí corre. De este modo acabaron con José Gabriel Túpac Amaru y Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia llegó a tanto que se nominaron reyes del Perú, Quito, Tucumán y otras partes..."

Las partes de los cuerpos de los condenados y ejecutados fueron colocadas en picas en las ciudades en las que había triunfado el intento revolucionario.

Después de la ejecución de Túpac Amaru los españoles llevan a cabo una política de represión de todo lo incaico: lengua, fiestas, vestimentas, el conocimiento de la historia de los incas...etc.

El objetivo era destruir la tiranía económica

Areche, que escribió la condena contra Túpac Amaru, su familia y huestes, nació en 1731 en Balmaseda y fue nombrado en 1765 intendente militar por Carlos III. En 1780 sofocó la rebelión de José Gabriel Condorcanqui con una crueldad que recuerda los inicios de la conquista. En 1782 fue sustituido en su cargo principal por Jorge Escobedo. Areche falleció en Bilbao en 1789. Sin embargo, contra lo que se pudiera pensar la saña de Areche no fue excepcional, sino que por el contrario era compartida por todos los miembros del tribunal que juzgó a Túpac Amaru y sus lugartenientes.

José Antonio de Areche promulga su sentencia el 15 de mayo de 1781 en Cuzco. Consta, como todo texto legal de la época, de tres partes: en primer lugar, la introducción que sitúa en tiempo y espacio las acciones rebeldes y que funciona como preámbulo; a continuación, su parte medular, es decir, el fallo y, por último, la parte final en la que se consigan los cargos del autor, los testigos y la fecha. Esta opera como añadido que confirma la validez legal de la anterior.

La sentencia contra Túpac Amaru, Micaela Bastidas y sus colaboradores refleja que estamos frente a una de las manifestaciones de sadismo de la estructura colonial más importantes de la historia. Así Areche construye su fallo a partir de una clara división entre un nosotros que enuncia la sentencia (Dios, el rey, sus ministros, el propio Areche) y los otros que no son únicamente los condenados sino los indios.

Para Areche no existe la mínima duda: "el crimen" mayor de Túpac Amaru fue la apelación a la libertad del campesinado indígena y con ello destruir la tiranía económica sobre la cual el régimen colonial se asentaba; un objetivo decolonial.

De acuerdo con Aníbal Quijano, "En América la esclavitud fue deliberadamente establecida y organizada como mercancía para producir mercancías para el mercado mundial y, de ese modo, para servir a los propósitos y necesidades del capitalismo. Así mismo, la servidumbre impuesta sobre los indios, inclusive la redefinición de las instituciones de la reciprocidad, para servir los mismos fines para producir mercancías para el mercado mundial. Y, en fin, la producción mercantil independiente fue establecida y expandida para los mismos propósitos. Eso significa que todas esas formas de trabajo y de control del trabajo en América no sólo actuaban simultáneamente, sino que estuvieron articuladas alrededor del eje del capital y del mercado mundial. Consecuentemente, fueron parte de un nuevo patrón de organización y de control del trabajo en todas sus formas históricamente conocidas, juntas y alrededor del capital. Juntas configuraron un nuevo sistema: el capitalismo".

Hoy, los pueblos originarios están por la defensa del territorio, por articular la autodeterminación de la mano del derecho a decidir de los pueblos.

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