Otras miradas

Señores de piel fina

Nagua Alba

Psicóloga. Ex diputada en el Congreso

Pablo Motos entrevista a Alfonso Guerra en 'El Hormiguero'. - Archivo.
Pablo Motos entrevista a Alfonso Guerra en 'El Hormiguero'. - Archivo.

La semana pasada, Pablo Motos entrevistó a Alfonso Guerra en su programa, y éste, en un alarde de la ranciedad que lo caracteriza, explicó que le dan "mucha pena los humoristas que ya no pueden hablar de nada; antes había chistes de homosexuales, de enanos... de todo... ahora no". El presentador no dudó en dar la razón al expolítico apostillando un indignado "¡De todo!". Según Motos, los cómicos hoy día pasan más tiempo hablando de lo que no pueden hablar que de lo que sí. Ambos convinieron al final de su Conversación que tenemos un problema de censura, que se está limitando la libertad de expresión (a ver, que yo en esto no puedo quitarles la razón, podríamos hacer una buena lista de artistas que han tenido que acudir a los juzgados por su obra, aunque tengo la sospecha de que ninguno de ellos es de la simpatía de nuestros dos protagonistas, y que no era a este problema al que se referían).

Todo habría quedado en el clásico diálogo de señoros en la barra del bar habitual de las entrevistas en El Hormiguero si no fuera porque el cómico (y ahora también héroe del pueblo) Facu Díaz reaccionó a la citada entrevista contando que es práctica habitual de Pablo Motos encargar a sus subordinados que llamen a los cómicos que se atreven a hacer chistes sobre él para pegarles un toquecito de atención. Tras la publicación del vídeo, se han sucedido las declaraciones de artistas y profesionales de la comedia como Bob Pop; Álvaro Terán y Raúl Salazar, de El Jueves o Kike García, de El Mundo Today confirmando lo relatado por Díaz y mostrando pruebas de los mensajes enviados por la productora de Motos. Los comentarios y testimonios no dejan de aflorar en el Hashtag #PabloMatons; el silencio se ha roto y tiene pinta de que difícilmente va a parar la cosa por muchas llamadas que se hagan desde el equipo del presentador.

Resulta irónico que el adalid de la defensa de la libertad de expresión en el humor y los chistes de enanos sea un señor que monta un drama cada vez que se bromea con su estatura. A Pablo Motos habría que aclararle un par de cosas.

En primer lugar, nadie ha prohibido los chistes sobre enanos y homosexuales. Lo que deberían Pablo y Alfonso es levantar la cabecita de sus ombligos y mirar a su alrededor, a ver si así se dan cuenta de que la sociedad ha cambiado bastante en los último 40 años y que el humor, siendo como es reflejo del sentido común imperante, ha cambiado con ella. Los chistes homófobos, machistas, racistas o discáfobos no se están extinguiendo porque sean censurados, es que ya no nos hacen gracia. El humor, como herramienta contrahegemónica que es, hace mucho que dejó de estar monopolizado por los amigotes de Motos y Guerra, ahora es diverso, se hace desde muchos lugares y nos incluye a muchas más personas. Entiendo que para ellos esto genere una desubicación insoportable, pero si hay una premisa que rige la industria televisiva, es sin duda "renovarse o morir", y el presentador debería aplicárselo.

En segundo lugar, yo les diría a Guerra y Motos que si de verdad les preocupa la libertad de expresión y que no se censuren chistes, ahí nos encontraremos. Podrían usar su altavoz y ese 20% de share para exigir que se modifique (como llevan años pidiendo organizaciones como Amnistía Internacional) entre otros, el artículo 525 del Código Penal, que castiga la ofensa a los sentimientos religiosos y contraviene el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Artículo, por cierto, que ha hecho que los editores de la revista Mongolia hayan sido acusados de un delito por una de sus portadas denunciada por Manos Limpias y hayan tenido que acudir a un juzgado a explicarle un chiste a un juez. Ver para creer.

Pero no harán nada de esto, porque a Pablo y Alfonso, sin duda, la libertad de expresión les importa un rábano y la censura solo les molesta cuando no son ellos quienes la aplican. Porque en realidad, lo único que le pasa a Pablo Motos, es que para ser él tan tradicionalmente masculino, tiene la piel muy fina.

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