Otras miradas

La lección gallega para la "izquierda transformadora"

Roberto Uriarte

Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco

Reunión del Grupo Parlamentario de Sumar en el Congreso de los Diputados.- A. Pérez Meca / Europa Press
Reunión del Grupo Parlamentario de Sumar en el Congreso de los Diputados.- A. Pérez Meca / Europa Press

4 de mayo de 2021: Tras conocerse los resultados de las autonómicas madrileñas, Pablo Iglesias dimite, a pesar de haber conseguido mejorar ampliamente los resultados anteriores de su coalición. Pide a Yolanda Díaz que asuma el liderazgo y conforme un frente que amplíe el espacio de UP, integrando a quienes se habían ido alejando y a nuevos sectores. 8 de febrero de 2024: La debacle electoral gallega es tal que los resultados ni siquiera se acercan a los ya desastrosos de la última cita de Galicia En Común.

¿Qué ha sucedido entre ambas citas? Que el proyecto de Sumar, que nació con la idea de convertirse en un frente amplio que agrupara e hiciera cooperar a las distintas sensibilidades de la "izquierda transformadora", se fue perdiendo por el camino y derivó en la creación de un nuevo partido, llamado a competir con los que ya conformaban la coalición por hegemonizar lo que quedaba del espacio.

La deriva del proyecto fue consecuencia, a mí humilde entender, de un erróneo cambio en el diagnóstico: se entendió por algunos que el problema ya no era la desunión de las fuerzas que lo integraban, sino el hecho de que los partidos existentes eran en sí mismos una mala herramienta, que era necesario desbordar y eso se haría creando otro partido más, para competir con los ya existentes en su seno. Dicho en jerga madrileña, había que "territorializar" el proyecto.

En el fondo, se trataba de reabrir el debate que en su día había dividido a Más Madrid, entre los partidarios de preservar lo que era un proyecto exitoso en su espacio natural madrileño, y los defensores de clonarlo por toda España, a costa de cualquier roto que se pudiera generar. El nombre del clon fue Más País, y los miembros de la marca original menos aquejados del "síndrome de la M-30", ya intuían que iba a resultar un fracaso absoluto, como así sucedió. No consiguió ni un sólo representante en ningún territorio fuera de Madrid y sólo sirvió para perjudicar los resultados del espacio en otros territorios, en beneficio básicamente del PP. 


Dicen que el ser humano es el único que tropieza dos veces en la misma piedra, y en el seno de Sumar se repite el mismo debate que se dio en Más Madrid y triunfa de nuevo el sector menos proclive a reconocer la realidad. Y vuelven a la carga con la idea de "territorializar" Sumar y clonar el artificio madrileño por todos los territorios, con el resultado de que sus inscritos se van a ver en la tesitura de hacer un discurso crítico con los partidos, a la vez que militan simultáneamente en dos o en tres de ellos, además de en una coalición, como sucede con quienes están en Más Madrid, en Más País, en el Movimiento Sumar y en la coalición Sumar; o incluso en tres partidos y dos coaliciones, como es el caso de los inscritos a la vez en los partidos PCE, IU y Movimiento Sumar y en las coaliciones IU y Sumar.

Si ya es difícil hacer funcionar de forma virtuosa y cooperativa a una simple coalición de partidos, ¡qué  no será articular un entramado tan alambicado! Para cada uno de sus miembros, debe ser extremadamente complejo militar a la vez en varios partidos políticos, encuadrados además en varias coaliciones, con todas sus correspondientes estructuras deliberativas, contrapuestas unas, superpuestas otras.

Todo este entramado puede mantenerse un tiempo, sostenido sobre el tirón de una líder que se ha labrado un prestigio, gracias a su magnífica labor al frente del Ministerio de Trabajo. Pero el esquema en sí me parece, y creo que se lo debe parecer a cualquier observador desprejuiciado, insostenible en el tiempo. Porque la realidad es tozuda y cualquier persona mínimamente prudente habría intuido que desembarcar en Galicia con semejante artillería sólo podía tener un resultado.


Pienso también que cualquier persona mínimamente prudente entiende que este entuerto tiene una solución simple: desandar lo mal andado, y recuperar el proyecto original de crear un frente amplio "a la uruguaya", en el que todas las fuerzas del espacio se sientan respetadas y no agredidas; y entiendan la ventaja de cooperar en lugar de competir; es decir, volver al proyecto original que Iglesias no se veía ya con fuerzas para liderar, y pidió ayuda a Díaz. 

¿De dónde vendrá la solución al entuerto? ¿De una rectificación por parte de la cúpula de Sumar? Si no entendieron el mensaje de Pepe Múgica, que después de años de defender apasionadamente el espacio, decidió echar la toalla y pedir el voto para un partido nacionalista, seguramente no lo harán ni siquiera ante la constatación empírica en las urnas gallegas de que la idea de imponer clones del núcleo irradiador madrileño por todos los territorios es la crónica de un suicidio anunciado.

Quizá la única esperanza haya que ponerla lejos de mentes brillantes que habitan dentro de la M-30 y buscarla más bien cerca de las bases militantes de los partidos que conforman la coalición en los distintos territorios. No es imposible que se acaben rebelando contra un artilugio que, en su obsesión enfermiza por matar al padre de la criatura, puede llevar al suicido a toda la familia. 


La siguiente cita con las urnas será en Euskadi, un escenario muy diferente al gallego, donde Elkarrekin Podemos no es una fuerza extraparlamentaria, sino un actor político consolidado y relevante, con grupo parlamentario propio en el Parlamento Vasco, con una portavoz, Miren Gorrotxategi, que es la candidata más reconocida por la ciudadanía vasca, según los sondeos oficiales del gobierno vasco, y con una presencia importante también en los parlamentos provinciales de los tres territorios históricos y en medio centenar de ayuntamientos.

La dimensión del daño que puede generar allí el desembarco del clon será infinitamente mayor y puede que deje a la izquierda no nacionalista fuera de la política parlamentaria vasca, en beneficio del independentismo. Pero, pudiendo matar al padre, ¿a quien le preocupa llevar al suicidio a toda la familia?

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