Hace años trabajé en un magazine de televisión en el que, cuando le flojeaba la audiencia, uno de sus jefes me dijo flojito en los pasillos: "Nos falta un muertito", y me dio un escalofrío.
Los culebrones informativos con suceso protagonista me resultan tan asquerosos como el que en estos momentos nos ocupa: Ábalos y compañía.
En unos se trata de exprimir hasta el hueso el morbo, el dolor, el miedo, las esperanzas absurdas; en los otros, con político protagonista, de jalear e inflamar las sospechas –infundadas o no– sobre los adversarios políticos.
Lo vemos hasta la náusea cuando se trata de un político de izquierdas.
No recuerdo haber visto titulares sobre las reuniones más o menos bobas del Bigotes, Bárcenas, Matas, Rato, etc; aunque también es verdad que el jueves en la portada de El País, aunque fuera en pequeñito, un titular decía: Koldo García presumió de haber contactado con Miguel Tellado y "Alberto".
Lo haga quien lo haga, en ambos tipos de telenovela, se alarga el chicle hasta el infinito, se masca y se remasca hasta que pierde todo el sabor y el color y da asquito. Las tramas planteadas son tan burdas, tan improvisadas, tan obvias en su carrera desesperada por rellenar portadas o minutos, por aprovechar el tirón, por mantener en vilo a la audiencia estirando el flash informativo, que la gente con una dieta intelectual un poco nutritiva sale corriendo a comprarse un buen libro.
En enero de 2019 estuvimos 13 días alimentando la locura colectiva de que se podía rescatar con vida al pequeño Julen, de dos años, que se había caído en un pozo de 25 cm de diámetro y más de 70 metros de profundidad en la provincia de Málaga.
En febrero de 2024 no sabemos cuánto tiempo estarán alimentando la idea de que el Gobierno de Pedro Sánchez puede caer ministro a ministro, con la mujer del presidente de propina, porque se está investigando por corrupción a un ex alto cargo, que cobró una comisión ilegal millonaria por facilitar unos contratos, y al ex ministro que lo nombró, que ya lleva dos años y medio fuera del Gobierno.
Más allá de la libertad de buscar audiencia debería estar el acuerdo de la profesión sobre lo que es periodismo y lo que no y pongo otros ejemplos de lo que creo que no:
"El comisionista del ministerio y Javier Hidalgo se reunieron con la mujer de Sánchez para presentarle negocios". Portada de El Confidencial del jueves pasado.
"Sánchez fue informado del gran contrato de la trama Koldo cuando se adjudicó: fue a Consejo de Ministros". OK Diario. (Todos los grandes contratos de material sanitario aprobados en lo peor de la pandemia pasaron en modo exprés por Consejo de Ministros y en la información referida no se menciona este hecho).
"La red del tito Berni alardeó de que Zapatero quiso comprar una casa a un empresario de la trama". Voz Pópuli, hace justo un año.
Entre bomberos no se pisan la manguera, dice el dicho. Entre periodistas no pisárnoslas es dejar que la profesión se muera. Escribía en El País Idafe Martín Pérez que "cuando crees que tu papel en este mundo es hacer caer a un presidente o a un líder de la oposición, dejas de ser periodista para convertirte en otra cosa. No somos compañeros si tu negocio es el del pescado podrido. Cuando el ciudadano cree que todos mentimos, ganan los mentirosos". Además, contaba que Eugenio Scalfari, fundador del diario La Repubblica, definía a los periodistas como "gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente".
Y en no cumplir con eso pecamos la mayoría. Están los que se llaman periodistas sin serlo y están/estamos los que dejamos que la actualidad nos mande porque es el glutamato informativo. La gente se la traga más y más, sin parar, sin ser conscientes de lo que se hacen –y nos hacemos– perdiendo el foco de lo importante por el de lo inmediato.
Esta semana, Úrsula Von Der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, pidió públicamente a los 27 que se rasquen el bolsillo para hacer una compra conjunta de armamento porque la posibilidad de que la Unión Europea entre en guerra no es inverosímil. Putin ha amenazado con usar armamento nuclear ante la propuesta de Macron de enviar tropas en apoyo a Ucrania. El IPC de febrero se situó en su punto más bajo desde hace seis meses, los alimentos y las bebidas no alcohólicas llegaron a tener un IPC del 16,6% en febrero de 2023 y se ha situado en algo más del 7% en febrero de 2024. Es decir, a muchos se les ha abaratado seriamente el día a día. El martes se presentó el índice de precios para poner límites a los alquileres y muchos podrían ahorrarse mucho dinero en la renovación de sus contratos...
Y son solo algunos ejemplos de las cosas que han pasado a mucha gente que muchas gentes del periodismo no les hemos contado con el análisis y el tiempo que merecen porque estábamos dejándonos arrastrar por un nuevo culebrón informativo.
Comentarios
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