Otras miradas

La otra mitad

Israel Merino

Javier Milei en el acto 'Viva 24'. A. Pérez Meca / Europa Press
Javier Milei en el acto 'Viva 24'. A. Pérez Meca / Europa Press

Vives en un pueblecito perdido y tus vecinos comienzan a transformarse en rinocerontes. De un día para otro, la gente empieza a metamorfosear y reventar puertas y edificios – supongo que eso es lo que hacen los rinocerontes en un pueblo: romper cosas –; sin embargo, los que todavía no se han transformado no intentan ponerle remedio, sino que se ven seducidos por la idea de ser un pueblo de animales enormes; la gente ve con buenos ojos aquello, llegando a acusar de ciegos, borrachos y farloperos a los pocos que insisten, recuerda que tú eres de ese grupo, que todo aquello es una movida: ahora los malos no son los rinocerontes, sino los que intentáis frenarlo.

Esta alegoría no es mía, por supuesto, sino de un librito llamado El Rinoceronte – mil puntos al autor por la originalidad – del escritor francés Eugene Ionesco. Escrita poco después de acabar la Segunda Guerra Mundial, esta obrita de teatro intenta explicar cómo el fascismo fue expandiéndose hasta convertir Europa en un sumidero inmoral de muerte, destrucción y limpieza étnica; es una fina crítica que intenta esclarecer desde la perspectiva de la responsabilidad individual -esa de la que tanto pasamos porque la culpa siempre tiene que ser de la sociedad-- cómo se llegó a ese nivel de odio visceral hacia la otra mitad.

Este domingo, el presidente argentino, el tal Milei, vino a España a hacer el idiota y montar una crisis diplomática entre su país y el nuestro. Bajo el paraguas de Vox, la agrupación frikifascista patria, se dedicó a vomitar acusaciones contra la esposa del presidente del Gobierno, el presidente en sí y hasta el Gobierno; sin embargo, creo que esto no fue lo que más me molestó.

Por supuesto, que el jefecito del corillo del frenopático visite un país para decir que su gobierno es ilegítimo pues me molesta, claro, pero creo que lo que más me indignó, lo que realmente me puso de mala hostia el domingo por la tarde fue ver cómo la desnortada oposición española se ponía a aplaudir con las orejas cuando insultaba a la mitad de los españoles.

Con su discurso de payasito de circo de quien te ríes no por gracia, sino por pena, Milei llamó zurdos de mierda, progres y demás lindezas a todos los que han elegido democráticamente al gobierno de España; con su retórica de mermado que paga Twitter Blue para vender criptomonedas y mandar fotopollas a mujeres por MD, Milei se puso a insultar a los que han decidido legítimamente que Pedro Sánchez sea presidente cuatro años más.

¿Y qué hacía mientras la oposición? Pues aplaudir al rinoceronte alfa, por supuesto.

Ante la llegada del rinoceronte, Vox y buena parte del Partido Popular se pusieron a señalar no a los que quieren reconvertir este país en un páramo de parásitos morales, sino a esa otra mitad de España que flipa cuando un señor con patillas como enredaderas los insulta al grito de "¡viva la libertad, carajo!".

Otra vez, la derecha patria se ha puesto de parte del rinoceronte que quiere reventar a la mitad de su propio pueblo.

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