Otras miradas

¿Por qué lucho por nuestro derecho al aborto?

Nika Kovac 

Directora del Instituto 8 de Marzo en Eslovenia

Decenas de personas marchan en la manifestación por el Día de Acción Global por la despenalización del aborto, a 28 de septiembre de 2023, en Madrid (España).- Matias Chiofalo / Europa Press
Decenas de personas marchan en la manifestación por el Día de Acción Global por la despenalización del aborto, a 28 de septiembre de 2023, en Madrid (España).- Matias Chiofalo / Europa Press

Estaba sola, en mi habitación del campus de la Universidad de Columbia, en el país de la libertad, cuando me di cuenta de que, de la noche a la mañana, me podían arrebatar mis derechos. Era el verano de 2022, cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos decidió revocar la sentencia de Roe contra Wade, un precedente que había sentado jurisprudencia desde hacía casi 50 años. Había protegido el derecho de la mujer a decidir si llevar adelante el embarazo, o no, durante los tres primeros meses. Después de la decisión del Supremo, las mujeres de Arizona se encontraron con la reactivación de una ley de 160 años de antigüedad que suponía la prohibición total del aborto en ese estado.  La política de Estados Unidos es diferente de la de Europa, pero mucho cuidado con pensar que a las mujeres europeas no pueden arrebatarnos también nuestros derechos. 

En los últimos tiempos, la movilización de las mujeres en campañas a favor del aborto ha conseguido unas cuantas victorias importantes.  Mi buena amiga Sarah Duriex fue una de las que lucharon para que el derecho al aborto quedara consagrado en la Constitución francesa, algo que se hizo por fin realidad en marzo de este año y convirtió a Francia en el primer y único país del mundo que protege así los derechos de la mujer. 

Sin embargo, en toda Europa unos parlamentos cada vez más populistas están poniendo en peligro este derecho.  Nuestra capacidad de decidir está amenazada en Polonia, Malta, Italia y Croacia.  En la UE hay todavía 20 millones de mujeres sin acceso a un aborto seguro. Varios partidos europeos de extrema derecha, como AfD en Alemania, PiS en Polonia y Fratelli d'Italia en Italia, han proclamado su enérgica oposición a los derechos reproductivos. 

Aquel verano de 2022, empezamos a imaginar qué podríamos hacer para inspirar un cambio en toda Europa. Aunque el derecho de las mujeres a abortar está muy aceptado en el continente, donde el 80 % dice que debe permitirse, no todos los países lo facilitan ni lo protegen. Y la situación ha empeorado en las últimas semanas, desde que el gobierno de Giorgia Meloni ha hecho retroceder a Italia a la "época medieval" con una ley que concede a los antiabortistas el acceso a las clínicas de interrupción del embarazo. 

Entonces descubrimos la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE), que permite que cualquiera presente enmiendas a las leyes europeas si consigue reunir el apoyo de al menos un millón de personas en siete países de la UE. Esta era la herramienta perfecta para crear un movimiento de gente comprometida con la protección del derecho de la mujer a decidir.   

La campaña, denominada "My Voice, My Choice" (Mi voz, mi decisión)" y organizada por el Instituto 8 de marzo, que dirijo en Eslovenia, empezó a recibir adhesiones de inmediato. Una de las primeras en sumarse fue Marta Lempart, fundadora del movimiento "Mujeres en huelga" de Polonia, destacada defensora de los derechos de la mujer en su país y que contribuyó a conseguir recientemente una pequeña pero importante victoria para el derecho de las polacas al aborto. Pronto se incorporaron organizaciones de Irlanda, Finlandia, Alemania, España, Austria y Croacia. Hoy forman parte del movimiento más de 70 organizaciones de toda Europa. 

El 10 de abril, la Comisión Europea inscribió en el registro la ICE Mi voz, mi decisión y así allanó el camino para comenzar la siguiente fase del proceso: la recogida de firmas. Nuestro objetivo es recoger un millón de firmas en siete semanas. La recogida se llevará a cabo a través de múltiples plataformas en línea y físicas: en nuestra propia página web My Voice, My Choice, en la que figura el formulario de la Comisión Europea, a través de actos nacionales, concentraciones, actividades con influencers, podcasts y retransmisiones en directo en las redes sociales. 

No pretendemos dictar lo que debe hacer cada persona. El propósito de nuestra campaña es proteger el derecho de todas las mujeres europeas a decidir por sí mismas y a poder acceder, si así lo desean, a un aborto seguro y asequible. Al fin y al cabo, se ha demostrado que restringir el acceso al aborto no impide que se practique, pero sí que se haga de forma segura. Y, cuando el aborto es muy caro, las posibilidades de acceso son distintas para unas clases y para otras. Quienes tienen medios pagan abortos privados o viajan para acceder a los servicios que necesitan. Las que no los tienen pueden poner su vida en peligro si siguen adelante con un embarazo que constituye un riesgo para la salud o quizá acaban recurriendo a clínicas ilegales. 

Me han conmovido y animado profundamente el grado de apoyo ya expresado y la valentía de las activistas. En Polonia, por ejemplo, se presenta a las elecciones al Parlamento Europeo en junio de este año un grupo de jóvenes veinteañeras que aspira a garantizar la presencia de representantes capaces de llevar a buen puerto este cambio legislativo. 

Puede que estuviera sola cuando me di cuenta de la fragilidad de nuestros derechos, pero ahora no lo estoy, ni mucho menos, sino en compañía de los cientos de miles de europeos que están agrupándose para garantizar que las decisiones que afectan a nuestro cuerpo sigan siendo nuestras. Firma la Iniciativa Ciudadana Europea Mi voz, mi decisión y en las elecciones europeas vota a candidatos que estén de tu parte. Juntos, podemos proteger los derechos de las mujeres. 

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