Otras miradas

Sí, el PSOE puede ganar las elecciones

Luis Ángel Hierro

Exdiputado por el PSOE, fue Secretario Primero de la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, interviene durante un mitin preelectoral, en el Terrero de Lucha Santiago Yanes, a 24 de junio de 2023. / Europa Press
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, interviene durante un mitin preelectoral, en el Terrero de Lucha Santiago Yanes, a 24 de junio de 2023. / Europa Press

Cuando un partido político se enfrenta a unas elecciones compite en un torneo en el que no sabe si juega al póker o al ajedrez, si va a un combate de boxeo o si compite en una carrera ciclista o en una exhibición de "locos cacharros". Cada proceso electoral tiene su intrahistoria, sus eventos hacen que se desarrolle en un formato de juego o en otro, e incluso es normal que lo que empieza como un juego de un tipo vaya transmutando, de forma que sobre la marcha haya que cambiar las estrategias para ir adaptándolas a las reglas de cada nuevo juego.

Las elecciones municipales se plantearon por la derecha como un plebiscito sobre la figura de Pedro Sánchez y éste acudió a la cita pensando que iba a un torneo de esgrima, en el que su habilidad con la espada, la gestión acumulada y el BOE le harían ganar. Al final resultó que en realidad lo que se jugaba era un torneo de tiro al plato, en el que él era el plato, el que siempre termina roto. El PP y Vox lanzaron el discurso del "sanchismo que pacta con filoetarras e independentistas" para apropiarse del voto de Ciudadanos y terminaron con un PSOE desbordado, no por un sunami, pero sí por una ola de cierto tamaño.

Cuando Pedro Sánchez convocó sobre la marcha las elecciones del 23 de julio, dio la impresión de que la pugna electoral se había convertido en una final de fútbol a dos vueltas, en la que la alianza PP/Vox había ganado el primer partido por tres a cero y esperaba que la vuelta fuera un paseo. Aprovechando los dimes y diretes de la intrahistoria cainita de Sumar y la debilidad de un PSOE noqueado y ensimismado en la confección de sus listas (ya habrá tiempo de hablar de "tontos útiles y listos inútiles"), el PP y Vox a modo de melé de rugby se lanzaron a aplastar a la izquierda al grito de vamos a "derogar el sanchismo". Los primeros días el empuje fue muy fuerte, e incluso parecía que arrollarían, pero de repente la situación dio un giro. Hubo dos razones: primero, el papel de un defensa que se lanzó al placaje en el momento que la pelota salió de la melé, el Presidente Zapatero, que con sus declaraciones apabullando a Carlos Herrera en la Cope con el tema ETA y con su tur mediático, que algunos han denominado "zapatero desencadenado" en referencia a la película de Tarantino, paró en seco el argumento del tándem PP/Vox; y el segundo, el movimiento de yudo usado por el PSOE y los medios progresistas de aprovechar la crítica pactista realizada por el PP para mandar a la lona al PP por sus pactos con Vox.

El machaque mediático de la derecha sobre los acuerdos del PSOE con independentistas y exetarras había conseguido fijar un marco de pensamiento de que lo importante no es lo que se hace, sino con quién se hace y ese marco ahora era nefasto para el PP, porque después de las elecciones se tenía que retratar en municipios y autonomías. El acuerdo de Valencia, y el vicepresidente torero de Vox, fue el movimiento que permitió hacer la llave de yudo y que el PP cayera al suelo. Suelo en el que aún se encuentra mientras escribo este artículo. Además, ahora enfangado por el goteo de nombramientos de radicales ultras que Vox está imponiendo al frente de los parlamentos autonómicos para demostrar que ellos son los que mandan sobre el PP.


En definitiva, el defensa Zapatero permitió parar el juego y recomponer las líneas del PSOE y el marco de las compañías tóxicas ha terminado con la campaña que permitió al PP y Vox conseguir el poder local y autonómico. Con ello ya no estamos en una final de fútbol a dos vueltas y el juego ha pasado a ser otro.

La verdad es que en estos momentos no tengo claro hacia qué tipo de juego va a derivar la campaña. Por ahora parece que hemos entrado en una partida de ajedrez, con un PSOE con alguna pieza menos, pero con ventaja posicional y al ataque, y con el PP teniendo que replantearse la estrategia porque el juego ha pasado a ser otro y ya no le va a funcionar la estrategia del tiro al plato en la que convirtió las municipales. Más aún, algunas de las ocurrencias del PP les está creando más de un problema. Así, la ocurrencia del verano azul en playa falsa, propia del infantilismo "ayusero", el de las macetas en las ventanas, ha metido al PP en un atolladero. Han hecho un spot para atraer al voto joven con una reminiscencia al pasado, que quienes lo conocen peinan canas o lucen calvas y lo consideran una estupidez. Además, tremendamente peligroso para el PP porque la similitud entre verano azul y división azul los lleva a instalarse en una imagen de pasado franquista, dictatorial y represor.

Lo dicho, no sé hacia dónde va a derivar la evolución de la campaña, pero sí estoy convencido de que hay partido. Sumar tiene que explotar en algún momento, sobre todo cuando empiecen a producirse actos masivos de la formación, y el PSOE tiene capacidad para reponerse y plantar batalla. Sus especialistas en campañas electorales tienen menos de un mes para desplegar sus conocimientos, espero que sin caer en ocurrencias, que ya ha asomado alguna. En todo caso, creo que en la base de la campaña del PSOE deben estar al menos tres fundamentos:

Primero, seguir utilizando el principio de la no resistencia del yudo (usar la fuerza del contrario para desequilibrarlo) si al PP se le ocurre volver a sacar la cuestión de los pactos con independentistas y exetarras. En este aspecto es muy importante alentar el orgullo franquista de Vox y reiterar los perfiles de los voxistas referentes en comunidades y ayuntamientos, su pasado lastra al PP.

Segundo, mantener una actitud de orgullo de lo construido y de ser socialistas. Zapatero lo siente y sus declaraciones definen fortaleza y convicción del valor moral de la socialdemocracia. La derecha se siente orgullosa de salir a tomar cañas en pandemia y de dar dinero a los ricos, nosotros debemos defender con la cabeza bien alta la igualdad que promovemos, nuestras leyes para proteger a la ciudadanía, más al que menos tiene, nuestra vocación por proteger los servicios públicos... Debemos reiterar sin fin nuestro valor de progreso social, demostrado en la última legislatura, y hacerlo orgullosos de sus fundamentos socialdemócratas.

Y tercero, explicar hasta la saciedad el éxito del plan económico socialdemócrata, consistente en una combinación de políticas de gasto expansivas y políticas microeconómicas de empleo y antiinflacionistas, como la reforma laboral y la excepción ibérica en el gas, que nos han situado como la economía que más crece económicamente en Europa, con la tasa de inflación más baja, con niveles de empleo nunca alcanzados, y todo ello con crecimiento de las exportaciones. Frente a esta economía socialdemócrata que poco a poco se impone en Europa, está el obsoleto proyecto económico liberal compartido por PP y Vox de recortes de servicios públicos, desregulación, reducciones de impuestos a los que más pagan y beneficios legales para eléctricas, banca..., proyecto que ya fracasó entre 2010 y 2016 y que por dicho fracaso el PP lo mantiene como un programa económico oculto. (PSOE=Economía/PP=Negocio).

Para terminar, no voy a ser yo quien desde fuera diga a Sumar lo que ha de hacer, pero sí lo que no debe hacer: no debe entrar en luchas cainitas, sus efectos ya se conocen; ni pretender ser lo que en realidad no es. El futuro no está escrito, pero volcar la historia es casi misión imposible y el contrincante está al otro lado, no a su lado. Sumar es decisiva, debe superar a Vox para hacer posible la continuidad del cambio, y debe asumirlo responsablemente, porque puede jugar un papel muy importante como los suyos ya lo han hecho en esta legislatura.

No sé si lo conseguiremos, pero sí, el PSOE puede ganar las elecciones.

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