Otras miradas

El 'bisnes' facha

Israel Merino

Periodista y escritor

Esto no es un artículo, sino un plan de negocio: busco inversores para montar una línea de juguetes eróticos masculinos con la forma de la mano incorrupta de Santa Teresa.

Vienen tiempos reaccionarios, dicen; sin embargo, lo que yo veo es que vienen tiempos para los negocios, para el business, pal bisnes; tiempos que aprovechar para sacarse unos eurillos extra con los que pagarse los daikiris de este verano en Puerto Banús o Zarautz.

Estas semanas, hemos asistidos con cara de espanto al despliegue de una gigantesca pancarta nazi en el centro de Madrid, en plena calle Atocha, en la que una empresa de desocupación – no más propaganda por aquí, en serio – mandaba a Pedro Sánchez a Marruecos y aseguraba que serían ellos quienes entrarían en la Moncloa.

Mientras esto pasaba, el promotor de dicha empresa se jactaba en redes de que aquella era "la lona de la pasta" y que se estaba hinchando a vender merchandising de la marca; también pedía, en caso de que llegasen al Gobierno el PP y Vox, que le dieran el Ministerio de Interior para "limpiar España", sin embargo, esto último es un tema mucho más serio que habrá que tratar en otra ocasión.


El caso es que, gracias a la pancarta, muchísimos fans de este sujeto empezaron a comprar como locos gorras de la empresa, creyendo así, quizá, que estaban luchando contra no sé qué invasión de los magrebíes en España (pero no son nazis, eh; no se te ocurra llamarlos así). No me pregunten por qué, pero yo me imagino a cualquiera de estos fanáticos en el garaje de sus padres, con esa gorrita en la cabeza y una bandera de los tercios a modo de capa, jugando a ser El Cid mientras blanden una sierra de marquetería de Ferretería Conejo como si fuera una espada.

Por lo que sea, vender productos de extrema derecha se ha convertido en una inversión bastante rentable. Por ejemplo, hace unos días, se vio a un propagandista ultra que trabajó para el canal de televisión de Javier Negre, tampoco diré su nombre, sacando una tirada de camisetas con el lema "Que te vote Txapote" serigrafiado.

A estos sujetos les da exactamente igual que un buen grupo de víctimas haya firmado un manifiesto contra este lema por considerarlo humillante para ellos y la memoria de sus familiares, pues, ¿qué importan realmente los que sufren si, además de conseguir votos, pueden ganar jurdeles a su costa? El dolor solo existe cuando ellos y sus billetes lo decidan.


Según el creador de esta mierda de camiseta, la tirada, aparentemente de mil unidades –coged esto con pinzas, pues si lo tergiversan todo, imaginad las cotas de mentira que pueden alcanzar con tal de vender merchan–, está casi agotada. Es decir, en teoría, casi mil personas habrían comprado camisetas con un lema condenado por las propias víctimas de Txapote solo por la gracieta de creerse un revolucionario del mal y formar parte de un selecto club de disfuncionales y analfabetos políticos.

Viendo el percal, claro, yo también he pensado en subirme a este carro de los billets (no van a ser estos los únicos que se forren vendiendo baratijas a reconquistadores de Pinar de Chamartín, qué menos), así que he diseñado una brillante idea de negocio: vender juguetes sexuales a fascistas.

No sé, ya que en las escuelas de marketing dicen que lo relacionado con lo más primario del hombre, el sexo, es lo que más vende, ¿por qué no empezar a comercializar satisfyer masculinos con la forma de la mano incorrupta de Santa Teresa (buscad en Google quién guardaba esta cosa en su mesilla de noche, vais a ver qué bote en la silla)? ¿y si empiezo a vender plugs anales con la forma de un busto de Ramiro Ledesma? ¿O, ya con todo, bolas chinas que imiten las perlas del collar de Carmen Polo?


Conociendo a los fans de la ultraderecha, fijo que en dos días estoy facturando más que un wide receiver americano.

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