Otras miradas

Todas y todos podemos ser Saka

Pepe Fernández

Movimiento de los sintecho de Zaragoza

Varios inmigrantes son atendidos por los servicios de emergencias, en el Puerto de la Restinga (Foto de Archivo). / Europa Press
Varios inmigrantes son atendidos por los servicios de emergencias, en el Puerto de la Restinga (Foto de Archivo). / Europa Press

Desgraciadamente este artículo no va a tratar un tema agradable, ni mucho menos. Una vez más (y me temo que no va a ser la última), tengo que denunciar un abuso de autoridad flagrante contra un vulnerable, es más, contra uno de los más vulnerables, porque no me negaréis que ser migrante, invidente y persona sin hogar es sinónimo de la vulnerabilidad más extrema posible.

Esta es la historia de Saka, una persona valiente que tuvo que huir de su país natal (Ghana) por una disputa familiar sobre una herencia y unas tierras, y que, ante las amenazas de muerte de su tío, tuvo que huir hacia España en busca de seguridad y una vida mejor. En Murcia, buscándose la vida en sus campos, recibió un corte de una hoja en un ojo cortando limones en un campo de la huerta, que le provocó una lesión ocular y un glaucoma, lo que le llevó a la ceguera sobrevenida que hoy tiene.

A pesar de su ceguera, y de adaptarse forzosamente a un mundo nuevo para hoy, Saka no se rindió y llegó a Zaragoza, donde ha estado alejado en el Albergue Municipal, hasta el pasado día 1 de septiembre. Y no ha dejado el Albergue por voluntad propia, sino porque, según palabras textuales de Saka, al que entrevistamos en nuestro programa sobre pobreza y sinhogarismo que hacemos en Radio Topo todos los domingos por la tarde ‘Con la Casa en la Mochila’: "Uno de los trabajadores sociales del Albergue me dijo que me tenía que ir del albergue, porque mi estancia se había acabado, ya que llevaba ya un año así".

El problema, amigos lectores y lectoras, es que a Saka le han echado de un recurso municipal, dependiente del Ayuntamiento de Zaragoza, sin buscarle un recurso habitacional, ni explicarle posibles recursos optativos, nada de nada, tirado en la calle, con un castellano muy deficiente, aunque se intenta hacer entender, y con su bastón de invidente.


Al hacerse pública la entrevista y la historia de Saka, el equipo de dirección del Albergue Municipal se puso en contacto conmigo (supongo que no muy contentos de que esto se hiciese público), y me comentaron, no sin cierta sorpresa mía, que no era cierta la versión de Saka, que él se había ido del Albergue por voluntad propia y sin que nadie le dijera nada; insistí en que tenía el testimonio de él, pero se ha negado a rectificar hasta la fecha la versión oficial dada.

En este punto, lectoras y lectores, os invito a que hagáis un ejercicio de empatía, que os pongáis en la piel de Saka, una persona valiente, con una sonrisa en su boca, pero al que no le queda nada, salvo sus ganas de salir adelante y su bastón de invidente. ¿De verdad que en su situación vosotras y vosotros os iríais del Albergue voluntariamente para estar en situación total de calle? ¿Verdad que no? Yo tampoco, y, por lo tanto, no creo la versión que se ofrece desde el equipo de dirección del Albergue. Además, difícilmente Saka puede construir un relato falso de ese modo con su precario castellano hablado y escrito.

Con este artículo, pretendo denunciar la injusticia cometida sobre Saka, y apelo a la responsabilidad del Ayuntamiento de Zaragoza y de su Albergue Municipal para que le busquen una solución habitacional digna. Saka está ahora mismo en un recurso temporal de otra institución gracias a la buena voluntad y empatía de una persona, pero es eso, temporal y con fecha de caducidad.

Aunque la ONCE le está ayudando a leer en braille y a manejarse con el bastón, apelo también a dicha institución a que colabore con el Ayuntamiento de Zaragoza a lograr dicha solución; un Ayuntamiento, cuya alcaldesa carga a costa del erario público una merendola de hamburguesas con otros tres concejales, pero que arrastra los pies cuando una persona en extrema vulnerabilidad es expulsada de un recurso municipal sin alternativa posible.

No dudéis, amigas lectoras y lectores, que llegaremos a movilizarnos ante las instituciones para que haya una solución digna para Saka, porque ninguna persona es ilegal (aunque algunos se empeñen en soltar esas soflamas), porque Saka tan sólo necesita una ayuda y un empujón para seguir luchando y buscándose la vida.

Y, por una razón fundamental, amigos y amigas, todas y todos podemos estar en la situación de Saka, nadie está a salvo de caer en riesgo de pobreza. En resumen, todas y todas podemos ser Saka, no lo olvidéis.

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