Punto y seguido

Cambios en Oriente Próximo

Varias son las señales que han dado motivos a la prensa asiática para haber estado en vilo durante meses ante los indicios de una posible ofensiva israelí en verano. En vísperas del mortal abordaje a la flotilla solidaria, el Tzahal realizó unas inquietantes maniobras militares y el mayor ejercicio de retaguardia en toda su historia. La agresión a un puñado de embarcaciones civiles, más que una prueba de lo ensayado o la enésima muestra de impunidad, es la expresión de los cambios en el equilibrio de fuerzas de la región: Barack Obama anuncia el fin de la guerra contra el Islam; Israel persiste en ningunear cualquier vía de convivencia pacífica con los palestinos; Turquía, con la excusa de perseguir a la guerrilla del PKK, quiere participar en el control sobre el Kurdistán iraquí con Israel; y la solución negociada a la crisis nuclear iraní se antoja abocada al fracaso, aunque el reciente Acuerdo de Teherán, apadrinado por Brasil y Turquía, aceptaba el enriquecimiento mínimo de uranio en el exterior sin contrapartidas.

Entre el portazo de la Unión Europea y el asilamiento de Irán, Turquía pretende recuperar el liderazgo en el mundo islámico, una senda abandonada por Atatürk. Con gestos hacia la galería, como el apoyo a la flotilla solidaria con los palestinos (mientras reprime a los kurdos), Turquía extiende su influencia por los antiguos dominios del Imperio Otomano al amparo de la OTAN.

El protagonismo de Erdogan en la consecución del Acuerdo de Teherán irritó especialmente a Tel Aviv. El Gobierno de Netanyahu no sólo considera la opción militar como la única para poner fin a los planes nucleares de Irán, tampoco pierde de vista la formación del eje Ankara-Teherán-Damasco, que perjudica sus posiciones hegemónicas en la zona.

Un día después de firmar aquel pacto impulsado por Lula, Hillary Clinton lo despreció, desautorizó a sus promotores y prometió más sanciones contra Irán. Netanyahu, mientras, recibía luz verde de los estados árabes para que sus submarinos nucleares crucen por primera vez el canal de Suez, rumbo al Golfo Pérsico.

El rostro de la zona se desfigura y lo más inquietante es que no se atisba un diseño para recomponerlo.

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