Punto y seguido

Muere McFarlane, chivo expiatorio de la intrigante trama Irán-Contra

Muere McFarlane, chivo expiatorio de la intrigante trama Irán-Contra
Robert McFarlane en su oficina de Washington.- Michael Geissinger

Su nombre está ligado al escándalo político más inquietante que el Watergate: Robert McFarlane, asesor de seguridad nacional del presidente Ronald Reagan, ha fallecido a los 83 años, llevándose consigo los secretos de una amplia y compleja red de operaciones encubiertas al servicio de la Doctrina Reagan para "erradicar el comunismo en el mundo", en colaboración con Israel, Arabia Saudí e Irán, utilizando las fuerzas de extrema derecha laica y religiosa.

Reagan, en realidad, continuaba, aunque de forma más agresiva y obsesiva, la diplomacia antisocialista de su antecesor, el demócrata Jimmy Carter, quien en 1978 realizó una gran ofensiva política de acoso y derribo de la Unión Soviética, desde sus fronteras terrestres: armó a los "muyahidines" para desmantelar la República Democrática de Afganistán y tendió una trampa al Ejército Rojo en el país centroasiático; abortó la revolución democrática iraní para instalar un totalitarismo islámico profundamente anticomunista; y patrocinó al sindicato ultracatólico de Solidaridad de Lech Walesa, para destruir las conquistas de todo un pueblo: como el resultado de la nefasta injerencia de EEUU en sus asuntos nacionales, las mujeres polacas siguen protestando por las calles del país exigiendo la recuperación de los derechos que tuvieron hace medio siglo.

El mecanismo del Irangate

Aunque, en resumen, esta crisis consistió en la venta ilegal de armas por Reagan a Irán a cambio de la liberación de unos rehenes estadounidenses cautivos por el Hezbolá y financiar con estas ganancias al grupo terrorista antisandinista "Los Contra", los detalles revelan los tejemanejes de las élites de unos estados que ante la opinión pública se declaran enemigos, los métodos de manipulación y control social de las masas e incluso el sacrificio de la vida de decenas de miles de personas en pos de sus intereses particulares, pudiendo salir aun así impunes.

En el contexto de la Guerra Fría, la guerra entre Irak en Irán (1980-1988) y la ofensiva antisocialista del gobierno de Reagan, la CIA pone en contacto a McFarlane con Manouchehr Ghorbanifar, un judío iraní, traficante de armas, colaborador del Mossad y agente del SAVAK, la temible policía política del Sha, que por órdenes de EEUU no se disolvió para poner al servicio de la República Islámica (RI) su experiencia en destruir a las fuerzas democráticas, resurgidas tras el derrocamiento del Sha en 1978.

Entre los objetivos de EEUU estaban hacer negocio de armas con Irán (para su guerra con Irak) e impedir que las comprase de la Unión Soviética, evitar que Saddam Husein, amigo de Palestina, ganara la contienda, y sobre todo provocar una larga confrontación de desgaste entre las dos potencias petrolíferas de aquella estratégica región, garantizando su mutua destrucción, como manda la doctrina de Doble Contención «Dual Containment Policy» de Henry Kissinger.

Reagan, además, buscaba liberar a unos siete estadounidenses secuestrados por el Hezbolá libanés, para demostrar su capacidad de gestión y de paso  consolidar sus relaciones con la RI de cara a una posible muerte de Jomeini, enfermo de cáncer: quería asegurarse de la permanencia de Irán en la órbita capitalista, a sabiendas que los gritos contra el Gran Satán (copiados de la poderosa izquierda iraní) eran simplemente eso, gritos, dirigidos a su una audiencia interna, privada de poder conocer la verdad, cuando los partidos políticos y la prensa libre eran perseguidos.

Cabe recordar que los contactos entre el equipo de Reagan y la RI se remontaban a 1980 durante la presidencia del demócrata Jimmy Carter, cuando los ayatolás habían tomado de rehenes a 52 empleados de la Embajada de EEUU en Teherán. En la víspera de las elecciones presidenciales, los republicanos invitaron literalmente a los ayatolás intervenir en aquellos comicios: a cambio de recibir armas y dinero no liberarán a sus compatriotas cautivos para así poder acusar a Carter (que se resistió a las presiones de los halcones para atacar Irán) de incompetente en defender a los ciudadanos estadounidenses ante los "terroristas islámicos". El régimen islámico aceptó y tras 444 días de cautiverio liberó a aquellos hombres el mismo día del juramento del actor del cine sin escrúpulos convertido en un peligroso presidente de la superpotencia. Esta fue la "sorpresa de octubre" de 1980 y el Eje CIA-Kissinger-Teherán podría celebrar su primera victoria.

¿Qué otras "crisis" han ido inventando nuestros gobernantes?

Años después, los contribuyentes iraníes, además, tuvieron que indemnizar a EEUU con 9.000 millones de dólares por los daños a la sede y al personal retenido.

Es así que la venta de armas a Irán por el gobierno de Reagan, tanto directa como a través de Israel, empieza en 1981, que no con el Irangate. Según The New York Times, en marzo de 1982, Israel había suministrado la mitad o más de todas las armas que llegaron a Teherán (incluidos misiles antitanque TOW y piezas de repuesto para las baterías antiaéreas HAWK de aviones F-4 Phantom), por el valor de 100 millones de dólares: cuestión de realpolitik por ambas partes.

Pero, es el 25 de mayo de 1986 cuando dos aviones de bandera irlandesa aterrizan en el aeropuerto de Teherán: uno transportaba a McFarlein, Howard Thatcher, responsable de financiar a los Contra, Amiram Nir, un estadounidense-israelí, agente de la CIA y asesor en asuntos antiterroristas del gobierno de Simón Pérez, y posiblemente el propio jefe de la Agencia William Casey. El segundo, un cargamento de armas.

Paralelamente, ambos países abren el llamado "Canal 2" en Francia, una de las fábricas de "líderes mundiales a medida",  que en 1978 convirtió a Jomeini, un sacerdote desconocido para los jóvenes iraníes que derrocábamos al Sha, en el "ayatolá líder de la Revolución islámica", llevándole después a Teherán custodiado por los cazas franceses.

Y mientras ejecutaba a sus opositores acusándoles de "contactar con el Gran Satán", Hassan Rohani, el expresidente de la RI, se reunía en un hotel de París con un representante de EEUU, revela el diario israelí Yedioth Aharanot del 26 de julio de 2013.

El 25 de marzo de 1986 llega al puerto de Bandar Abbas en el Golfo Pérsico un envío de 500 misiles antitanques TAW.

Más adelante, esta alianza cooperará en la ocupación de Afganistán por la OTAN y el ataque liderado por EEUU a Irak en 2003. La justificación de la RI será que tanto los talibanes como Saddam eran una amenaza para Irán.

De la conquista de Jerusalén a la fatua contra Rusdie

El apoyo militar de EEUU motivó a Jomeini a rechazar la propuesta de paz de Saddam Husein en 1983, cuando su ejército tuvo que retroceder hasta las fronteras: el ayatola pensó que era su oportunidad de establecer en Irán su utopía: instalar en Irán un régimen parecido al gobierno de Mahoma en la Arabia del siglo VII, utilizando la cortina de humo de la guerra mientras eliminaba la totalidad de sus críticos y opositores, de la derecha y de la izquierda: iba a continuar la batalla hasta devolver a Jerusalén al islam (que no a los palestinos), marchando sobre Bagdad, al estilo de las guerras del medievo. "La guerra es una bendición divina", dijo, pero no envió a ninguno de sus hijos al frente.

Ocho años de guerra dejaron cerca de un millón de muertos y hasta 8 millones de heridos y mutilados, gracias a las armas israelíes y estadounidenses. En 1988, ambos países habían sido derrotados (sobre todo Irán, siendo tres veces más grande que Irak, su "débil vecino"), a beneficio de Israel. Ante las protestas de los iraníes que exigían una explicación para tanta destrucción sin sentido, la respuesta de la RI fue la masiva ejecución de miles de presos políticos en el verano de 1988, como pedagogía del terror. Luego, para encubrir la dimensión de la masacre, lanzó la fatua para cortar la cabeza del escritor británico Salman Rushdie, por su libro de Versículos Satánicos que ni siquiera se había traducido al persa o al árabe para que él conociera su contenido. Y acertó: los todólogos contertulianos televisivos se volcaron a analizar la vida íntima de Mahoma, mientras se multiplicaban las fosas comunes por el vasto territorio iraní. El actual presidente Ebrahim Raisi fue uno de los jueces supremos en firmar sus penas de muerte por "ateos", "tener panfletos comunistas", "no saber rezar", etc. Por su parte, Saddam Husein también intentó prevenir las protestas de los iraquíes lanzando, en la misma fecha, armas químicas a los kurdos en Halabja, masacrando a miles de civiles.

5 de octubre de 1986: el Ejército Popular Sandinista de Nicaragua derriba un avión salvadoreño transportando armas a los Contras. Su piloto prisionero confiesa: los vuelos de la CIA entregaban armas a los Contra y regresaban a EEUU con cargamentos de cocaína para venderla en el mercado (¡mientras se condenaba hasta con la cadena perpetua a quienes poseían 5 kilos de esta droga!). La CIA hizo exactamente lo mismo en Afganistán: creó al grupo fascista Muyahidines y lo financió con el tráfico del opio.

3 de noviembre de 1986: Todo permaneció en secreto hasta que la RII se negó a pagar los 6 millones de dólares de comisión a Ghorbanifar. Por lo que él se queja en una carta enviada al ayatolá Hosein Montazeri, el sucesor oficial de Jomeini, un "teólogo de liberación" y de los pocos clérigos honestos de la RII, quien desconocía este doble juego de las autoridades del país. Por ello, encarga a su colaborador el clérigo Mehdi Hashemi investigarlo. Días después, al parecer, él lo filtra a la revista libanesa Ash-Shiraa provocando el que se llamará "el escándalo Irangate".

Obviamente, para Irak y su presidente se trataba de una traición de EEUU. Con el fin de no empujar a Husein hacía la Unión Soviética, Washington decide vender armas a ambas partes (a Irán, ya a través de Europa).

Cinco meses después de la llegada de  "Los Visitantes" y dos días después de la revelación del diario libanés, la RI, obligada a reconocer los encuentros, ofrece su versión: ¡no hubo acuerdos y los echamos!

13 de noviembre de 1986: el presidente Reagan afirma que él desconocía estas operaciones, pero los 12 millones de dólares de la venta de armas a Irán fueron utilizados para ayudar a los Contras (que se sumaban a los millones que "donaba" Arabia saudí para la causa antisandinista).

1987, Mcfarlein vuelve a ser enviado a Irán por Reagan, aunque la discrepancia entre numerosos centros del poder en la RI, sobre cómo establecer la relación con Washington, le llevan a la conclusión de que "los encuentros eran una pérdida de tiempo". Aun así, el veterano de la CIA Richard Lawless, y director de la consultoría US Asia Commercial Development Corp., mantuvo reuniones en Suiza con los enviados de la RI.

Diciembre de 2015: según la prensa estadounidense, un representante de los Guardianes Islámicos, verdaderos dirigentes del país, fue recibido por Barak Obama en la Casa Blanca como integrante de la delegación del primer ministro iraquí Nouri al-Maliki.

Muerte de los hombres que sabían demasiado

La «iniciativa secreta iraní» dejó numerosas víctimas a su paso, como suele suceder tras el fin de una operación secreta. El Congreso les acusó de dos principales cargos: infringir las leyes del país que prohibían tanto la venta de armas a Irán como la ayuda estadounidense a los Contras, a los que en 1984 había recortado los fondos.

Fueron procesados ​​diez agentes de la CIA y contratistas del gobierno, culpables de conspiración, perjurio y fraude, y a pesar de que Reagan confesó una semana después de negarlo en el Congreso, fue uno de los presidentes de EEUU con más popularidad, gracias a las sofisticadas técnicas de la manipulación de las masas.

McFarlane, que abrumado por la traición del gobierno y de sus compañeros intentó suicidarse con una sobredosis de Valium, se declaró culpable de los cargos, insistiendo en que el presidente desconocía la operación. Años después, confesará al NBC que había mentido y Reagan lo sabía todo. Pero, ni él ni su vicepresidente H.W. Bush pagaron por sus delitos, ni por la farsa de la lucha contra el terrorismo -que crearon y patrocinaron, para hacer de bombero pirómano. Incluso mostraron lo rentable que es el "negocio" de toma de rehenes para todas las partes, salvo para los cautivos. Reagan se salvó justamente por sus "logros anticomunistas", consiguiendo de Mijaíl Gorbachov concesiones unilaterales para desmantelar al Unión Soviética y otros países socialistas, aun con sus carencias.

Robert McFarlane, al contrario de alguno los implicados en el escándalo Irán-Contra, murió de forma natural:

El director de la CIA, William Casey fue ingresado en el hospital por un derrame cerebral justo dos días antes de ser llamado para testificar en el juicio: murió en el hospital, el 6 de mayo de 1987.

Mehdi Hashemi, jefe de la oficina de Jomeini, fue ejecutado en Irán el 21 de septiembre de 1987.

Amiram Nir "murió" en 1988 en un accidente de aviación, después de que en una entrevista con The Washington Post dijera que estaba considerando vender la historia de Irangate.

Ayatolá Montazeri fue destituido como sucesor de Jomeini y condenado a arresto domiciliario. Fue reemplazado por el actual caudillo, Ali Jameneí.

La revisión de la historia nos debe enseñar que no debemos fiarnos ni de lo que nos cuentan, ni siquiera de lo que vemos, de los que nos enseñan.

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