Carta con respuesta

Shakespeare S. A.

Para ser un alto ejecutivo de una gran multinacional yo creía, hasta ahora, que eran necesarios, más bien imprescindibles, ciertos requisitos, entre ellos poseer una titulación universitaria acorde, y mejor aún un doctorado y varios máster, dominar al menos otro idioma, o varios a ser posible, y por supuesto, tener experiencia en puestos o empresas similares. Pues no señor, si esa empresa es Telefónica y el puesto es delegado para Europa, nada de eso es necesario, siempre y cuando, claro está, te apellides Zaplana. Muchos y muy grandes deben ser los méritos ocultos para poder compensar la carencia de todos los demás requisitos. Extraordinario.

Sebastián Fernández Izquierdo Alicante

A mí no me parece extraordinario, sino lo más corriente. Todo el mundo sabe que en Telefónica (como en otras empresas) tienen un enorme saco de piruletas gigantes que se van repartiendo entre los distintos partidos. Acuérdese de los últimos dos consejeros nombrados, uno del PSOE y otro del PP. Por otra parte, si nos hemos extenuado de tanto denostar a Zaplana por mercachifle, hombre de negocios, filibustero, comisionista y experto en utilizar sus contactos políticos para enriquecer sus negocios privados, ¿de qué nos extrañamos? ¿No estábamos describiendo el perfil idóneo para el puesto?

Un alto ejecutivo, un consejero delegado (de otro operador telefónico, por cierto), me decía una vez: "No te confundas, mi trabajo sólo consiste en tomar decisiones. Con toda la información y con tiempo suficiente, cualquiera es capaz de tomar la decisión correcta, incluso tú, Rafita. En el mundo real, hay que decidir sin disponer de toda la información y sin demasiado tiempo y, en esas circunstancias, yo soy capaz de tomar muchas más veces la decisión correcta que tú; eso es todo y por eso yo gano diez veces más que tú". Después examinamos juntos un plan de negocio. Él sabía leerlo, yo no: en cinco minutos me señaló dónde estaban el punto débil, la ventana de oportunidad y la pequeña trampa. "Es un género literario al que no estás acostumbrado, pero tú sabrás leer un soneto mejor que yo", intentó consolarme. "Si Shakespeare escribiera hoy", me dijo mi amigo, "situaría sus tragedias en consejos de administración, donde está el poder real".

Tenía razón: ¿por qué casi nadie escribe sobre las empresas y quienes las dirigen? Sospecho que por ignorancia, no sabemos lo suficiente ni para imaginarlo. Usted habla de títulos y de idiomas. Yo hablaría de cualidades más shakesperianas: intuición, ambición, poder, fantasía, crueldad, etc. La misma materia de la que están hechos los sueños y las pesadillas. Yo sí veo a Zaplana como un pasable Macbeth y a Aznar como Duncan, aunque dudo que Rajoy dé la talla para Banquo.

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