Carta con respuesta

¿Freud o Marx?

Las críticas a Bono, como a Zapatero y a Felipe González, por una parte, y a Aznar, Fraga y Rajoy por otra, no son sino una proyección freudiana, un reflejo de lo que en realidad, en este momento histórico, y con pocas diferencias reales –y dicho sea con perdón–, somos como pueblo. Porque los hemos puesto una y otra vez en el candelero, pero nos negamos después a reconocernos en ellos denunciando con indignación matices de unos u otros políticos, que no son, en general, demasiado diferentes entre sí... ni de nosotros mismos. No vienen de otro planeta, por mas que nos empeñemos a veces en enviarles al infierno.

 

MARÍA JOSÉ TÉLLEZ DIEGO MADRID

Lo que nos entusiasma de los reyes es que (en el fondo) sean como nosotros: que coman bocadillos, que hagan chistes o que opinen lo mismo que dice nuestra suegra en la peluquería. Por el contrario, cuando los políticos (al final) se nos parecen demasiado, nos defraudan. No es que yo me crea una palabra de Freud, pero ya que lo sugiere, los jefes de Estado ocupan el lugar de nuestro ego infantil; del Gobierno (y la alternativa) esperamos, en cambio, lo mismo que del severo y almidonado superego adulto.

Nos gusta que los reyes hagan lo que nosotros haríamos, si pudiéramos comportarnos como niños déspotas: mandar callar a Chávez, ponernos uniformes y condecoraciones, conducir helicópteros. Sin embargo, a los políticos les exigimos que se repriman y se comporten como personas mayores. Los irresponsables reyes cumplen nuestro sueño de pequeños tiranos sin más ley que el capricho; a los políticos les imponemos la sombría pesadilla de nuestra vida adulta y subalterna, siempre sometida a la voluntad de otros.

Entre ese sueño del niño insaciable (en nombre de su santa voluntad: el principio del deseo) y esa pesadilla del padre imperativo (en nombre de la sociedad y sus reglas: el principio de la realidad), ¿será posible alguna vez despertar y abrir los ojos? ¿No habrá otra forma de organización política más partidaria de la felicidad? Yo creo que sí, porque nosotros somos cinco hermanos. La igualdad y la justicia tienen que ser posibles. No porque yo crea, como diría Hegel, que todo lo racional es real, y viceversa "Was vernünftig ist das ist Wirklich; und was wirklich ist, das ist vernünftig", sino porque creo podría llegar a serlo, y que no se trata sólo entender el mundo: lo que hay que hacer es cambiarlo, "es kömmt drauf an, sie zu verändern", que diría el otro.

Más Noticias