Sobre el tapete

23J: el escenario en Madrid y el panorama de Catalunya

A la izquierda de la imagen, el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en el acto de inicio de la campaña la Casa de Campo de Madrid. A la derecha de la imagen, El presidente del Partido Popular y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante un acto central de campaña electoral en la Plaza de Toros Pontevedra. -EDUARDO PARRA (i); -ELENA FERNÁNDEZ (d) / Europa Press
A la izquierda, el  presidente del Gobierno Pedro Sánchez interviene en el acto de inicio de campaña en la Casa de Campo de Madrid. A la derecha, el candidato a la Presidencia del Gobierno del PP Feijóo interviene en un acto de campaña electoral en  Pontevedra. -EDUARDO PARRA (i); -ELENA FERNÁNDEZ (d) / Europa Press

Salvo que se presente de improviso un colosal, y por su propia naturaleza imprevisible, Cisne Negro, los resultados de las elecciones del 23 de julio serán los que los electores decidieron hace mucho tiempo atrás. Estén diciendo las encuestas lo que digan y lo que puedan decir hasta el ultimo día respecto a eventuales evoluciones en el sentido del voto, todo estaba ya decidido; en el conjunto del Estado y, en particular, en Catalunya. Los datos de las recientes municipales del 28 de mayo nos lo indican con toda claridad. Estamos en un momento de cambio profundo del espacio sociopolítico y a todos, encuestadores incluidos, nos resulta difícil identificar sus auténticas dimensiones. Algunos en estas circunstancias experimentan un auténtico vértigo y se miran de reojo esperando señales que confirmen sus expectativas o sus temores, según les toca.

Y como sucede a menudo en el Estado español, las encuestas preelectorales parecen cocinadas a gusto del consumidor. En esta ocasión, y al menos en algunos casos, las diferencias entre unas y otras pueden explicarse, además de por el amor a los colores propios, por una cuestión estrictamente técnica: la siempre difícil función de asignar comportamiento electoral a los encuestados que están indecisos o que niegan la información al encuestador (que no es exactamente lo mismo). Llenan una bolsa de votantes que deben asignarse a alguna opción política siguiendo, en principio, criterios de probabilidad. La dificultad es tanto más relevante cuanto esos indecisos son más numerosos y mayores son los signos de estar ante un cambio profundo en el electorado y, por ello, de cambio de ciclo. Se identifica el cambio, pero se resiste a una medición más precisa de su alcance.

Coherente con el hecho de que el debate electoral se ha centrado por primera vez en un duelo de coaliciones y no tanto en la habitual competencia dentro del bipartidismo tradicional, las encuestas prelectorales también lo hacen valorando muy especialmente la relación entre el bloque del Partido Socialista y Sumar, por un lado, y del Partido Popular y Vox, por el otro; aunque luego, tal vez, quienes acaben gobernado no sean ninguna de ellas.  Con las encuestas que se pueden analizar hasta la fecha en que redacto estas líneas, pueden organizarse cuatro estimaciones bien diferenciadas y curiosamente alineadas ideológicamente.

La más progubernamental es, y de modo destacado, la del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). Atribuye un valor central de 156 escaños en una amplia horquilla a la suma del PP y Vox, y 172 en una asimismo generosa horquilla para PSOE y Sumar. En definitiva, Pedro Sánchez lo tiene fácil, porque según estas estimaciones, incluso en el peor de los supuestos, le bastaría con reeditar algunas de las alianzas que lo han sostenido en esta legislatura.


Datos ya más desfavorables para el actual Gobierno los proporcionan los sondeos de El País/Cadena SER, en concreto el último publicado. Al PP les correspondería 127 parlamentarios y a Vox 42. Entre ambos, 169 (26 más que los que tiene ahora), lo que, en la hipótesis de horquilla más favorable, les daría mayoría absoluta. PSOE y Sumar quedarían muy distanciados con una horquilla que tiene su valor central en los 148 escaños (10 menos que en noviembre de 2019), cifra que, si se amplía hasta los valores más optimistas de la horquilla, podría irse hasta los 157; prácticamente los de ahora mismo. Una encuesta, en definitiva, que da margen para una remontada, muy improbable, pero no imposible.

La tercera referencia (La Vanguardia del 9 de julio) ya da ventaja con mayoría absoluta al bloque PP y Vox: 179 actas en el Congreso, repartidas en 143 para los Populares (muy lejos de los que necesitaría para pactar con algunas de las fuerzas minoritarias) y 36 para Vox. O alianza del PP con la extrema derecha o alguna variante de Gran Coalición. Por su parte, PSOE y Sumar con 143 escaños se van alejando de los 148 estimados por la SER/El País, y más aún de los 172 del CIS. No parece que la amplitud de las horquillas pueda dar resultados parlamentarios muy diferentes.

La cuarta referencia resulta de agrupar siete sondeos publicados por medios nítidamente antigubernamentales (El Mundo, ABC, La Razón y El Español) y coincidentes entre sí en sus datos globales. La media de todos ellos apunta a una mayoría absoluta holgada del PP (145) y Vox (36), que totalizarían 181 escaños: 2 más que en La Vanguardia, 12 más que SER/El País y 25 más que el CIS. Las diferencias entre ellos se dan en el peso que otorgan al PP (máximo de 152 en ABC y mínimo de 140 en El Español) y a Vox (máximo de 41 en el periódico de Ramírez y mínimo de 29 en ABC). Complementariamente, los escaños estimados para PSOE y Sumar giran alrededor de una media de 137 escaños, seis menos que La Vanguardia, 11 menos que SER/El País y 35 por debajo del CIS.

En lo que hay unanimidad es en el fuerte retroceso de las fuerzas políticas minoritarias que hoy tienen 49 escaños y que la media de los sondeos las sitúa alrededor de 30-32, excepto el CIS, que aún los rebaja más (22).

Para quien sienta curiosidad por conocer mi particular pronóstico formulado un día antes del único debate diseñado para favorecer a los dos grandes y a dos semanas de la votación, debo reconocer contra corazón, que, ante el 23J, las estimaciones de los medios conservadores están acertando. Es más, entiendo que a fecha de hoy puede que no se atrevan a dar datos más favorables al PP y a Vox por razones de imagen o por estrategia. No me sorprendería que estos dos partidos alcancen los 185 escaños o incluso que los superen acercándose peligrosamente a los 200. Cualquier otro resultado sería un alivio para mí inesperado, resultado que tan solo se podrá dar si Sumar consigue avanzar con solvencia a Vox. Del debate del día 10 espero poco.

Este es escenario que el independentismo catalán hallará en Madrid el día después. El panorama de Catalunya ya ha sido en buena medida anticipado en las municipales. Caída de la participación y pérdida de la mayoría de los nuevos votantes independentistas que obtuvieron los que más aportaron entre 2011 y 2019, ERC y la CUP.

Las encuestas con datos de Catalunya apuntan, con matices, en esa dirección. ERC perderá en Madrid al menos un tercio de sus actuales 13 escaños, se quedará con 8 o 9, sin descartar que puedan ser tan solo siete. Junts se mantendrá en los 8 actuales, aunque no sería descabellado que ganara uno más o perdiera uno. La atención – y muchos diagnósticos - estará centrada en cuál de las dos fuerzas obtiene más votos. La CUP retendrá uno o ninguno de los dos que ha tenido hasta ahora. El balance será un independentismo menos representado en Madrid frente a una más que probable mayoría parlamentaria aplastante y muy hostil y un gobierno con participación de los ultranacionalistas.

Por otra parte, los socialistas serán los grandes triunfadores de la jornada en Catalunya. Se prevé - y parece muy probable que sea así – que logren 17 parlamentarios, un número que no alcanza al éxito del 2008 (25 escaños), pero sí supera con largueza los 14 de 2011 y más aún los 12 de 2019. Más de uno pensará que la Esquerra Republicana de Oriol Junqueras le ha estado haciendo la campaña al PSC durante los últimos años.

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