Rosas y espinas

Cuidado con los aburridos

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. -Gustavo Valiente / Europa Press
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. -Gustavo Valiente / Europa Press

Yo no sé qué nos echan a los niños gallegos en los diccionarios, pero igual que nos salen cunqueiros, valleinclanes, torrentes y celas, también traemos al mundo marianos y feijóos. El actual presidente del PP gallego acaba de regalarnos una de esas reflexiones dignas de prologar el Libro gordo de PPete: "Lo que está claro es que el PP es el partido más moderado de España. Aunque la moderación no está de moda, estoy convencido que (sic) la moda del futuro es la moderación. Y, aunque la moderación a veces puede ser aburrida, es mucho más aburrida la falta de moderación".

Recuerdo que, cuando llegó a Moncloa, también Mariano Rajoy le prometió a los españoles un "gobierno aburrido". Yo no sé lo que entiende esta guapa gente de derechas por aburrido. Montar una Policía patriótica que espía a los rivales parece al menos entretenido. Y no te digo nada sobre lo de pasar las vacaciones en el yate de un narcotraficante, o luchar en la playa contra merluzas asesinas. Vaciar la hucha de las pensiones tiene que hacerte sentir cual Tío Gilito nadando en monedas. E irse al bar mientras se vota la moción de censura en la que te largan de Moncloa es digno de Bukowsky.

Decía el maestro de guionistas Robert Mckee que La Poética de Aristóteles se puede resumir en tres palabras: "No me aburras". Supongo que, según oímos a esta gente del PP, tal aseveración no se le puede aplicar a La Política pepero-aristotélica.

Esa idea del aburrido como virtuoso parece que cala bien en el votante diestro. Un señor aburrido y encorbatado puede pasar por buen gestor aunque haya triplicado la deuda gallega en trece años de mandato. No creo que haya existido jamás un caballero tan aburrido como José María Aznar, que hasta disfrazado de Cid Campeador transmitía tedio y desgana.

Yo siempre tengo sumo cuidado en no rodearme de gente aburrida, no leer libros aburridos ni participar en reuniones de propietarios. Empieza uno por ahí y termina nombrado presidente del Gobierno. Hay que tener mucho cuidado con los aburridos.

Los aburridos son esa gente que te roba la cartera mientras bostezas, como constatamos en los tediosos últimos mandatos del otrora dicharachero Felipe González -qué serio se volvió el viejo Cantinflas cuando se empezó a corromper a bragaquitada-, con los 12 de 14 ministros del circunspecto Aznar imputados, o con el increíble caso del registrador Eme Punto Rajoy, el incógnito superhéroe del Marca y la legaña que hasta corría despacio.

El único líder divertido que ha tenido nuestra fachería fue Don Manuel Fraga, y yo creo que por eso nunca llegó a mandar en España, jamás logró consolidar su Alianza Popular como una verdadera alternativa de gobierno.

Yo creo que el Centro de Investigaciones Sociológicas, en vez de preguntar cuáles son las preferencias personales del encuestado hacia los candidatos, debería cuestionarnos sobre quién es el que nos aburre más. Así nos haríamos una idea más precisa de quién va a regir nuestros destinos tras las elecciones.

Pero una cosa es querer se aburrido, como Feijóo, y otra muy distinta el lograrlo. El discurso de Feijóo es un meme gramatical constante, y así no hay quien permanezca serio. Solo le falta fumar para convertirse en el más digno heredero del añorado humorista Eugenio, que dejó la única calavera vacía de carcajadas de los cementerios del mundo orbe. Cuando vayas a votar, nunca olvides que la ranura de la urna tiene forma de sonrisa.

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