Rosas y espinas

Las futbolistas patean pelotas de dos en dos

El destituido selecionador del equipo español de fútbol femenino Jorge Vilda, durante la final de la Copa del Mundo, en Sídney. REUTERS/Carl Recine
El destituido selecionador del equipo español de fútbol femenino Jorge Vilda, durante la final de la Copa del Mundo, en Sídney. REUTERS/Carl Recine

No hay nada más patético que ver a un adolescente o a un señoro sufriendo ante la tele de un bar durante un partido de fútbol, mientras su chica, esposa o ex viuda se aburre a su lado, clitoridianamente y en muy triste soledad. A las chicas no les gusta el fútbol, se rumoreaba. Hasta ahora. Yo pienso que les empieza a gustar.

Mi amado fútbol sufría un ecosistema burocrático putófilo, machista y homófobo con nuestro humillable consentimiento. Hasta que llegaron las mujeres, las tías, las chorbas, o sea. Llegan las mujeres de primerizas a este escrotal universo futbolero, y de repente el fútbol es el sustrato de una de las mayores revoluciones feministas que han visto estos ojillos que se comerá la tierra. Los caminos el señor no son solo inescrutables, también son muy enrevesados y algo futboleros.

Ayer, las futbolistas campeonas del mundo y la sociedad española han logrado la destitución de Jorge Vilda, entrenador y campeón también del mismo mundial. Vilda podría haber sido un héroe deportivo nacional por dos motivos: la copa mundial y la censura a Rubiales. Pero optó por el peloteo al jefe. Y ha perdido el mundial y el cargo. La final del Mundial Femenino de Fútbol no fue contra Inglaterra. La final del Mundial se está jugando aun ahora. Y la táctica es echar pelotas fuera de dos en dos: primero las dos pelotas agitadas de Rubiales, y ahora las dos de Vilda. Qué buenas peloteras son las campeonas españolas. Con qué deportividad despejan pelotas de entrepierna sin hacer penalti. Todo lo malo que les pasa las hace más buenas, como a los grandes equipos.

Dicen algunos que estos acontecimientos de pelotas rubialescas y vidalas han ensombrecido el mundial ganado. Yo creo que lo están iluminando, aunque es modesta opinión.

Lo que no se entiende es el miedo de los tíos. De los futbolistas. Sacan un comunicado más dulce que el culo de una abeja sin citar a ninguna de sus compañeras de selección femenina. Hay que comprenderlos. Pobrecitos.

Ser millonario y futbolista no te exige que seas más valiente. No tienes que salir del armario, ni dejar de pelotear a Rubiales.

Ellas sí. Hemos visto a jugadoras besándose cual Iker Casillas y Sara Carbonero, y todos esos besos, al contrario que el de Rubiales, no metieron miedo a nadie. Son naturales conjunciones de cuatro labios en el mismo espacio y tiempo interpretadas generalmente como amor o cariño.

Hay que comprender la cobardía de los hombres. Comprender la cobardía de los hombres entra dentro del trabajo intelectual y social que las impertinentes musas feministas imponen a los poetas de tontería y espada.

Un futbolista que se declarara homosexual sería perseguido hasta los confines del universo, buscándole novios, por todas las correveidiles reporteras de las anarosas, los ferrerasfloren y las susanas grisso. Destruirían al chaval.

Con las mujeres no se han atrevido. Las mujeres les dan miedo. A Jenni Hermoso la ha sacado el ABC comiendo un helado de turrón y chocolate blanco. No es como acusarla del asesinato de Carrero-Blanco, que eso sí sería noticiable. El ABC convierte en titular las increíbles peripecias de un helado de turrón y chocolate blanco en labios de una joven futbolista. No me digáis que no es para Pulitzer.

A Álvaro Morata, si lo pillan en Marbella lamiéndose un helado de turrón y chocolate blanco, lo crucifican.

Ahora los tíos, en esto del fútbol, cumplen el papel que se les obligó durante siglos a las tías en todos los ámbitos: en esta bellísima historia, el futbolista y hombre es el actor secundario. El futbolista y hombre es la abnegada esposa. Invirtiendo los roles, como en una comedia de Howard Hawks. Desde el 15-M no había asistido a una revolución tan divertida.

Hay quien dice que el deporte, y en concreto el fútbol, es un opio para paletos. Yo, que por edad ya soy un poco grecolatino, aun considero que el deporte es cultura.  Y, a pesar de los escépticos, el tiempo me va dando la razón. El deporte ya es cultura. Estas mujeres deportistas (las que estuvieron y las que no quisieron estar) nos han dado cultura. Interpretadlo como os dé la gana.

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