Sin filtro

El PSOE malgasta otra oportunidad

Los diputados socialistas perderán esta tarde otra oportunidad de predicar con el ejemplo. Lo harán cuando pacten con el representante de UPN una enmienda para que su exigencia de retirar los anuncios de prostitución de la prensa se quede en otra recomendación a los medios para que renuncien voluntariamente a eliminarlos.

Hace ya más de tres años que el Congreso, por unanimidad, recomendó a los editores limpiar sus páginas de una publicidad que denigra a la mujer, al promocionar una actividad denunciada por la ONU como la última forma de esclavitud vigente. Los hechos demuestran que la autorregulación no es el camino: los tres diarios nacionales de mayor tirada siguen publicitando en sus páginas anuncios de sexo de pago, al tiempo que dedican sesudos editoriales contra la explotación de las personas y los ataques a los derechos humanos.

El Gobierno se debate en la espinosa cuestión de molestar a los editores o ser coherente consigo mismo. Es el mismo Ejecutivo que instauró la paridad, aprobó la Ley contra la Violencia de Género o implementó un plan integral contra la Trata de Mujeres que incluye (otra vez) la manida recomendación a los medios para que eliminen los anuncios de prostitución. Ahora espera un informe del Consejo de Estado para saber qué mecanismos legales le permitirían obligar a los diarios a renunciar a esa publicidad. Entretanto, no quiere que UPN se lleve el mérito de liderar una iniciativa parlamentaria sobre un asunto del que ha hecho bandera. Pero esa mezquindad parlamentaria supondrá otra oportunidad perdida.

No busquen disculpas legislativas. Ya hay suficientes leyes en vigor para prohibir esos anuncios. Es evidente que el momento político no es propicio para poner a algunos medios en contra, pero no ha mostrado tanto tiento el Gobierno a la hora de enfrentarse a los funcionarios, a los pensionistas o a los sindicatos. Se trata de pura voluntad política para poner los principios por delante de los intereses. Algunos medios ya han dejado patente que, en esa disyuntiva, se quedan con los ingresos. Sus lectores dirán si la estrategia es adecuada.

Para el Gobierno el debate es similar, pero el coste de la decepción de su electorado puede ser mayor. Defender la dignidad de las mujeres no puede ser menos urgente y necesario que sujetar el déficit.  O al menos nosotras no debemos consentirlo.

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