Todo es posible

Lotería de Navidad

 

Estoy rodeada de jóvenes pendientes del sorteo de la Lotería de Navidad. Me sorprende porque lo considero novedoso. No era habitual, en otros tiempos, que la juventud confiase tanto en los juegos de azar. Dicen que apuestan al bingo online, juegan al póker como locos y van a los casinos.
Quizá sea sólo una moda y no haya que darle más vueltas, pero es inevitable pensar que sueñan con tener un golpe de suerte porque no les queda otra. El mundo laboral les es hostil, el presente lo tienen crudo y el futuro más

que sombrío.
Las cifras son fatídicas y habrá que repetirlas a modo de exorcismo. El desempleo juvenil en España es del 40%, el más elevado de la Unión Europea, cuya media es del 21,4% en el conjunto de los 27 y las previsiones de la Organización Internacional del Trabajo tienden al alza. Por eso han emigrado 120.000 españoles en los dos últimos años, la mayoría jóvenes entre 25 y 35 años, arquitectos, biólogos, médicos, físicos, informáticos y otros muchos profesionales con elevado nivel de formación. Una auténtica fuga de cerebros, que dicen los sociólogos, una grave pérdida de capital social difícilmente recuperable.
Me preocupa esta generación perdida, porque alguna responsabilidad tendremos los que les dejamos un presente tan precario y nebuloso. Lamento que hayamos dilapidado el mundo que, según el proverbio africano, nos prestaron nuestros hijos. La esperanza es que salgan fortalecidos de la crisis, regresen del exilio menos resignados y encuentren salida a los problemas que nosotros no hemos sabido resolver.

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