Todo es posible

Provocación

Hace frío, se ha estropeado la calefacción y el agua del grifo sale helada. Un fastidio terminar el año de este modo tan precario. Mientras enchufo estufas y caliento baldes de agua, como en los viejos tiempos, pienso si no será un presagio de lo que nos espera en estos cinco años difíciles que, según Zapatero, nos quedan por delante. Afortunados los que podemos permitirnos el lujo de pagar el recibo de la luz y el del gas, comprarnos un billete de tren o llenar de combustible el depósito del coche, teniendo en cuenta que los precios han subido entre un 4% y un 10%. Peor lo tienen quienes no encuentran trabajo, son parados de larga duración y, además, se han quedado sin el cheque de 426 euros mensuales que improcedentemente ha suprimido este Gobierno, al que todavía le quedan unas cuantas batallas por ganar en beneficio de la derecha, o por perder, si se mira desde los intereses de la izquierda.

Aunque observándolo con objetividad, ampliar la edad de jubilación hasta los 67 años e imponer el modelo de negociación colectiva de la patronal va más allá de la ideología; se trata de un ataque en toda regla contra los escasos derechos laborales que les quedan a los trabajadores. El Gobierno, que considera ambas decisiones inamovibles y no mide sus consecuencias, pretende que los sindicatos se hagan cargo de su inevitabilidad. A todo este infortunio ciudadano se une la desfachatez de los tránsfugas, que dinamitan la voluntad de los electores con el permiso de sus respectivos partidos y el trapicheo legalista que consiente a los Fabras defraudar millones a Hacienda con absoluta impunidad. Vaya manera de terminar el año.

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