Todo es posible

Papeles mojados

Cuando el líder ultraderechista de la Liga Norte dijo "hay que ser malo con los inmigrantes", se refería, probablemente, a esta clase de maldad suprema: abandonarlos en un barco a la deriva para que mueran de hambre y sed en alta mar. Es difícil saber los detalles y la magnitud de las mentiras que se están contando sobre la denegación de auxilio a 72 personas, entre ellas mujeres, niños y refugiados políticos, que viajaban en una barcaza. Más allá de las informaciones de The Guardian, los hechos son tozudos: han muerto 61 africanos y quedan supervivientes para contarlo. El sacerdote eritreo que vive en Roma y dirige una ONG ha ofrecido un testimonio sólido. Le llamaron desde el barco pidiendo socorro, él dio la voz de alarma, llamó muchas veces a las autoridades italianas, pero no le hicieron caso. Está de-
sesperado por haber sido incapaz de evitar la catástrofe. Es imposible que se perdieran en el Mediterráneo, un mar plagado de patrullas navales que vigilan palmo a palmo, precisamente, para impedir que se les cuelen

más inmigrantes.
Sé que soy reiterativa, pero quiero añadir mi voz a la de cuantos piden denunciar a los culpables de este delito nauseabundo. Me sumo a la protesta generalizada contra las últimas violaciones del derecho internacional y de la declaración universal de los derechos humanos, para evitar que se conviertan en papeles mojados. Se empieza invadiendo países, asesinando a terroristas, pateando el páncreas a los disidentes y se termina abandonando a los náufragos a su suerte. Dicen que el comer y el rascar sólo es empezar; también sucede con el matar.

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