Todo es posible

Queda usted despedido

Un amigo se acaba de quedar en paro. Es uno de esos emprendedores cualificados, con larga experiencia laboral y plena disponibilidad, que estaba cansado de escuchar: "Tú no tienes problema, nunca te faltará trabajo". Pues bien, de la noche a la mañana le pusieron literalmente en la calle, es decir, le comunicaron el despido por carta cuando estaba a punto de terminar su jornada laboral. Un profesional del departamento de recursos humanos, a quien veía por primera vez, le facilitó una caja de cartón para que metiera en ella todas sus pertenencias, porque al día siguiente ya no tendría acceso a su despacho. "Lo siento. Me limito a cumplir órdenes de la dirección", le dijo la persona designada para poner distancia entre el empleado y la parte contratante. Mi amigo se quejaba de la violencia del método, de la inhumanidad del despido y de la cobardía de su antiguo jefe, al que sólo podrá responder mediante acciones legales.

Despedir a un trabajador es una decisión ingrata, y para evitar el mal trago se contrata a supuestos expertos en recursos humanos que, generalmente, no tienen la menor relación con el afectado. Esta reciente modalidad de ruptura traumática la hemos importado del mercado laboral estadounidense, donde no hay ni compromisos permanentes, ni siquiera despidos improcedentes. Es un hecho que las relaciones laborales en aquel país, donde la tasa de paro es la más alta de los últimos 25 años, no son un ejemplo a seguir. Obama intenta cambiar el sistema con la mirada puesta en la Unión Europea. No hay mejor momento para poner en valor nuestros viejos hábitos.

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