Todo es posible

Los afganos no se lo merecen

Las mujeres afganas denuncian que su situación no ha cambiado un ápice en los últimos ocho años. Siguen siendo víctimas de matrimonios forzosos, ataques con ácido para desfigurarles la cara, violaciones... Muchas no se atreven a salir a la calle, como denunciaba una lectora en este diario, e incluso se queman a lo bonzo, para llamar la atención del mundo. La reconstrucción de Afganistán va tan lenta como la Torre de la Libertad en el solar de la zona cero de Manhattan, dicho sea con prudencia en este día, octavo aniversario del 11-S.

Ocho años dura ya la guerra contra el régimen talibán, un Gobierno fanático, que ordenó destruir los Budas gigantes de Bamiyan y no quiso entregar a Bin Laden, acusado de organizar el atentado terrorista contra las Torres Gemelas. El día que las fuerzas estadounidenses (amparadas por la OTAN y Naciones Unidas) entraron en Kabul, Al Qaeda se unió a los talibanes para organizar la guerrilla insurgente. El principal objetivo de esta guerra era acabar con ellos, pero han sido incapaces. Y lo peor es que tampoco han conseguido transformar Afganistán en un país estable, seguro y democrático.

Ante la creciente impopularidad de la guerra, las tropas internacionales se plantean la retirada en el año 2014. Durante este tiempo, pretenden dejar en manos de la sociedad civil la recuperación de su país. Algo imposible si Washington mantiene su apoyo a Hamid Karzai, ganador en unas elecciones fraudulentas, acusado de sobornar a caciques, desviar la ayuda internacional al bolsillo corrupto de sus jefes tribales y dictar leyes discriminatorias contra las mujeres. Los sufridos afganos no se lo merecen.

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