Trabajar cansa

Cualquier día soltamos los remos

"Nuestro mercado de trabajo ha demostrado ser un barco frágil, donde cada vez que llega una tormenta aparecen vías de agua." -Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España- 

           

Cuando yo era pequeño me imaginaba al gobernador del Banco de España como un señor (con chistera, por supuesto) que pasaba el día ocupado en firmar miles de billetes, pues creía que lo hacía a mano, y uno a uno. Ahora con el euro no tiene billetes que firmar ni moneda que devaluar, y por eso mata moscas con el rabo. Es verdad que tiene tarea como supervisor del sistema financiero. Pero sobre todo dedica sus esfuerzos a su papel de oráculo, de sumo sacerdote y guardián de la ortodoxia. 

Da lo mismo quien gobierne, derecha o izquierda, el gobernador está a lo que está, a recordar que la política económica es la que es, y no hay otra posible. Eso sí, como buen oráculo se expresa con lirismo, escogiendo metáforas con las que transmitir su verdad. Ayer nos regaló otra: el mercado laboral como un "barco frágil" que hace agua, que no llega a hundirse pero navega mucho más despacio que los demás galeones europeos. 

Como los trabajadores somos muy burros, necesitamos que nos expliquen la crisis con metáforas, a ser posible sencillitas. En el último año los sacerdotes económicos han exprimido su vena lírica, dejando metáforas eficaces, incluso bellas. No todos tienen la misma facilidad con la pluma, cierto, y a veces dejan ripios como el del presidente de las Cajas, que ha recurrido a los "osos amorosos" para ilustrar nuestra incapacidad para el sacrificio. 

La metáfora naval que ayer usó el Espronceda del Banco de España no es nueva. Como la del tren y la luz del túnel, la del barco está ya muy manoseada: la insistencia en remar todos en la misma dirección, la necesidad de un timonel con pulso firme, la nave a la deriva, las vías de agua, el iceberg a la vista, etc. 

Que tengan cuidado con las metáforas, no sea que las acabemos aceptando, y nos empecemos a preguntar quién rema aquí, quiénes son los primeros en saltar al bote de salvamento y quiénes se ahogan siempre, y si no hay otra ruta para navegar. No es que vayamos a amotinarnos y pasar a alguien por la quilla, pero cualquier día soltamos el remo.

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