Trabajar cansa

Con el paro se nos está haciendo callo

"Los datos dicen que vamos lenta pero sostenidamente alcanzando la situación de equilibrio. Todavía no ha llegado pero estamos muy cerca." -Valeriano Gómez, Ministro de Trabajo-

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Nada más prometer su cargo, el nuevo ministro de Trabajo recibió un ejemplar del clásico manual de comunicación Cómo decir algo bueno del paro cuando los datos son malos. Ya conocemos su contenido, pues el cesante Corbacho lo usó a menudo: culpar al comportamiento estacional (octubre es así, frío, lluvia y paro); usar comparaciones históricas (el tercer mejor octubre de los últimos cinco años) y  eufemismos técnicos (desaceleración, estancamiento, equilibrio); apelar a los buenos augurios (todo apunta a la mejoría, ya queda menos).

Gracias por consolarnos, pero no hace falta que se esfuercen. Total, nos vamos acostumbrando, nuestra sensibilidad se va curtiendo y los 68.213 nuevos parados, como los otros cuatro millones, no nos impresionan tanto, casi nos resbalan, como los niños africanos hambrientos. Se nos ha hecho el callo a fuerza de repetir lo del drama del paro, las colas en los comedores sociales y los embargos hipotecarios.

Lo malo no es que los trabajadores nos acostumbremos, sino que la economía le coja el gusto y acabe funcionando igual o mejor que antes con tanto desocupado; o que los empresarios le vean el lado bueno. Más de uno ya se ha dado cuenta de que sus trabajadores rinden más desde que tienen miedo de acabar en la cola del INEM: hacen entre tres el trabajo que antes hacían entre seis; se cogen menos bajas; echan las horas que hagan falta sin rechistar; y aparcan reivindicaciones salariales.

Si a eso sumamos que los expertos dicen que tardaremos años en empezar a recuperar empleo, no nos extrañe que cualquier día propongan una redefinición de términos clásicos como paro estructural o pleno empleo. Así, si antes el desempleo estructural se calculaba en millón y pico, ahora podríamos subirlo a tres millones; y si antes se llamaba pleno empleo a un 5% de paro, quizás en adelante se fije en el 15%.

Total, ya hemos comprobado que podemos vivir con cuatro millones y pico de parados sin que haya revueltas sociales ni estalle la revolución, gracias a la boyante economía sumergida y los 420 euros. Yo es que ya ni lo llamaría paro, qué ganas de amargarnos.

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