Trabajar cansa

La crisis rompe algo más que cristales

"Atacar a la policía, romper ventanas o destrozar inmuebles es inaceptable, y espero que caiga todo el peso de la ley sobre ellos." -David Cameron, Primer Ministro del Reino Unido-

.

Las imágenes de hace unos días en Londres, con estudiantes destrozando los ventanales de la sede del partido conservador y enfrentándose a la policía ocuparon las portadas de periódicos y telediarios de medio mundo. En realidad los incidentes no fueron para tanto: una minoría de entre 50.000 manifestantes, cristales rotos, varios detenidos y unos pocos heridos leves. Pero su impacto mediático ha sido enorme.

Aparte de que las imágenes de jóvenes rompiendo cualquier cosa son siempre muy vistosas, lo extraordinario del asalto londinense, lo que le ganó tanta atención, fue su carácter aislado: antes que miedo a que se reproduzcan hechos así, y antes incluso que una condena, lo que había era asombro. Las fotos de Londres cubrían un espacio que los medios tienen reservado desde hace dos años sin que hasta ahora hayan tenido mucho material con que rellenarlo: el de la violencia provocada por la crisis.

Cuando comenzó la crisis, hace un par de años, se oían con frecuencia pronósticos tremendistas por parte del FMI, la OCDE y todo tipo de expertos, alertando del riesgo de revueltas violentas por el empobrecimiento y las medidas de ajuste que la crisis traería. Sin embargo, salvo algún episodio aislado –en Grecia sobre todo-, la respuesta ciudadana ha sido muy pacífica. Y no será porque no se haya cumplido la segunda parte del pronóstico: el empobrecimiento y las medidas de ajuste.

Ha habido huelgas, sí, y manifestaciones, pero todo muy tranquilo. En el propio Reino Unido, por ejemplo, sorprende la escasa respuesta que los planes de Cameron han tenido. Aunque han salido los estudiantes, los sindicatos lo dejan para más adelante. Y eso que las medidas anunciadas son tremendas.

Pero ya sabemos que hay violencias y violencias. Ocupar un edificio y romper los cristales es violencia, por supuesto. Recortar el gasto social, subir los alquileres protegidos, triplicar las matrículas universitarias, despedir medio millón de funcionarios y eliminar programas para los más desfavorecidos no se considera violencia. No me malinterpreten, no me gusta la violencia. Pero ni una ni otra.

Más Noticias