Al sur a la izquierda

Un empate que vale como una victoria

Imposible no opinar sobre el debate de Rajoy-Rubalcaba. Sería como no opinar de un derbi Madrid-Barça. El debate demostró que los matices y estrategias de imagen, telegenia y comunicación son irrelevantes en situaciones como la que vive el país. Entendámonos: son irrelevantes en términos políticos para el país, pero no en términos económicos para las familias cuyos responsables se dedican a ese oficio. Quienes viven de eso jamás admitirán que es irrelevante llevar una corbata de un color u otro, abrir el debate o cerrarlo, sonreír o no sonreír o incluso leer tus notas, como hizo Rajoy, o sabértelas de memoria, como se las sabía Rubalcaba. Y hacen muy bien en no admitirlo. Cuando un país tiene cinco millones de parados y el miedo metido en el cuerpo hasta la mismísima médula, los debates no se ganan con telegenia, sino con buenos argumentos, pero a su vez es difícil para alguien como Rubalcaba exhibir buenos argumentos para el futuro habiendo estado en un Gobierno que acaba de fracasar en el pasado, y a su vez es innecesario para alguien como Rajoy exhibir buenos, o incluso malos, argumentos cuando todas las encuestas dicen que no le hace falta alguna exhibirlos.

Hay gente a la que no le agrada hablar en términos de ganador o perdedor de estos debates, pero eso es cerrar los ojos a que su atractivo y su aliciente residen precisamente en eso, en que alguien gane y alguien pierda. Sin esa lógica no tendrían interés alguno. Por eso no lo tienen los debates con tres, cuatro o cinco candidatos: su formato es democráticamente impecable, pero jamás concitarían la atención de 12 millones de espectadores.

El debate se mantuvo durante toda la noche tendencialmente al empate. Hubo algún momento en que Rubalcaba pareció a punto de marcar algún gol a su interlocutor, pero este se defendió con el método italiano del catenaccio: tapar huecos, cerrar filas, poner el autobús, levantar un muro, negarse a responder. Es cierto que RB acorraló en algunos momentos a RJ. Digamos que pudo tener más tiempo la posesión de la pelota, pero realmente no consiguió marcar. Era difícil hacerle un gol al guardameta Mariano, que en ese encuentro no pretendía tanto marcar goles como que no encajarlos. En realidad, el debate era una especie de partido de vuelta en cuya ida Rajoy hubiera conseguido una cómoda renta de goles. Esa renta son los sondeos. El lunes le valía con un empate y lo consiguió. Y ya se sabe que en el fútbol y en la política hay empates que valen como una victoria. O como una derrota.

Más Noticias