Al sur a la izquierda

Lealtad, lealtad, sin ira lealtad

Ya está aquí la canción del verano. La que una gran mayoría del distinguido público llevaba mucho tiempo esperando. Rememorando aquella legendaria Libertad sin ira del verano del 76 que cantaba Jarcha, esta se llama Lealtad sin ira y ha sido compuesta a cuatro manos por el presidente socialista de Andalucía, José Antonio Griñán, y el presidente conservador de España, Mariano Rajoy, tras cuya reunión mantenida el lunes en La Moncloa sólo faltó que ambos hubieran salido, como Ricky y el capitán Renault en Casablanca, cogidos del bracete y diciéndose amorosamente el uno al otro: "Pepe, sospecho que este es el comienzo de una gran amistad", mientras en la lejanía un coro de voces infantiles enmarcaba la bella escena cantando el nuevo himno de la amistad: "Lealtad, lealtad, sin ira lealtad, guárdate tu miedo y tu ira porque hay lealtad, sin ira lealtad, y si no la hay sin duda la habrá".

Tras tantos meses de encarnizadas hostilidades dialécticas en las que socialistas y populares no se han dado tregua alguna, la parroquia agradecía este respiro del lunes. Y es que, del mismo modo que no se puede ser sublime sin interrupción, tampoco se puede ser enemigo sin interrupción. De vez en cuando hay que descansar de uno mismo y de los otros. Y eso es lo que Griñán y Rajoy hicieron el lunes: descansar de sí mismos, darse una tregua, un respiro, un descanso, que bien se lo han ganado.

El hecho de que la reunión durara nada menos que ¡una hora y media! y que desde los pasillos del palacio no se oyeran gritos ni insultos a través de la puerta ya era buena señal. Es cierto que la gente más dura de uno y otro bando considera que no se puede ser blando con el enemigo y que pactar con él unos mínimos de lealtad es cosa de nenazas, nenazas de izquierdas o nenazas de derechas pero nenazas. Es justamente lo mismo que 35 años atrás pensábamos muchos al oír a Jarcha canturreando libertad, libertad, sin ira libertad, ¿qué era aquello de sin ira?, ¿cuarenta años mamando quina de estos cabrones y ahora nos vamos a dar todos la manita y a besuquearnos por las alamedas como si no hubiera pasado nada? En aquellos años en que todavía éramos jóvenes e inmortales quien puso lo mejor de su coraje, su talento y sus credenciales para que no nos matáramos unos a otros fue la izquierda, y muy principalmente el PCE. Ahora le toca hacer lo mismo, aunque no le guste como no le gustaba entonces.

Griñán salió de esa reunión con Rajoy comportándose como un hombre de Estado. Y es que quien de verdad parecía el presidente del Gobierno era él, sobre todo porque el verdadero presidente no apareció. Griñán pidió y ofreció lealtad. Es verdad que la viene ofreciendo desde hace meses, pero esta fue la primera vez que Rajoy pareció comprarle el preciado género, como si hubiera comprendido al fin que la lealtad, la complicidad y la tregua son hoy por hoy un artículo de primera necesidad para un Gobierno como el suyo.

 Oyendo al líder andaluz recordar que era urgente celebrar una Conferencia de Presidentes Autonómicos para dar "una imagen de fortaleza de país", parecía como si Griñán hubiera aprovechado la reunión para dar un golpe de Estado, estrictamente personal y sin derramamiento de sangre, haciéndose con el mando del país. Griñán hizo lo que debería haber hecho Rajoy y Rajoy hizo lo que suele hacer: nada. El presidente (el de verdad) todavía no ha entendido que la gente quiere verlo salir, fajarse, hablar, explicarse, justificarse, responsabilizarse, gastarse, erosionarse, mancharse, dar la cara, pedir sacrificios pero hacerlos también él mismo y exigir a su gente que los haga.

 Habrá que ver, en todo caso, cuánto dura todo esto, pues la lealtad es bonita pero tiene un problema, que es tremendamente aburrida, y nosotros somos un país que soporta mal el aburrimiento. La situación, sin embargo, es tan crítica y tan de vida o muerte que deberíamos renunciar por un tiempo a nuestros instintos básicos: desde la derecha al instinto básico de arrasar el Estado del Bienestar y desde la izquierda al instinto no menos básico de creer a todas horas en los Reyes Magos. Griñán ya está en esa renuncia. Veremos si también lo está Rajoy. Y veremos si también lo están los suyos: los suyos del uno y los suyos del otro, lo cual no será nada fácil teniendo en cuenta que ambos son, como se sabe, muy suyos.

Más Noticias