Odio los grafitis, a los imitadores, las cámaras ocultas, los rostros pixelados, la delación, las iniciales y puntos suspensivos para no decir hijo de puta, la letra pequeña de los contratos (el banco ING pone en sus anuncios: "sin letra pequeña", hacer las cosas "por España", que los culpables siempre sean los otros, los secretos de Estado, que los protagonistas de las películas estén muertos, a los videntes, los pulpos, a las madres que quieren que se haga justicia (siempre que ésta coincida con lo que ellas, quieren), al Defensor del Pueblo (y a los 17 Defensores del Pueblo), el cáncer de mal gusto que padece España, que los fachas se definan como liberales, a quienes a posteriori dicen que les han malinterpretado, por supuesto las musiquitas de espera, y marcar el 1 si..., 2 si..., las llamadas para cambiarnos de compañía telefónica en condiciones mucho más ventajosas, a quienes dicen a ver si nos vemos sabiendo que no nos vamos a ver, pedir disculpas, las acepten y sigan utilizando en tu contra los hechos, el uso demagógico de la palabra demagogia, que siempre haya que hablar bien del muerto, a los tránsfugas, los transformismos políticos (y humanos), vivir constantemente en el Reino de las anécdotas, las capuchas de los etarras, cualquier capucha, el horóscopo, que te cuenten el viaje que han hecho, que alguien se te adelante y cuente el final del chiste, a quienes ríen sus propias gracias, la cantidad de días históricos que hay, a quienes dicen "esto es un reto", que no pongan si el programa está grabado, que lo regalos de boda no sean en leasing, con devolución si se divorcian antes de cinco años.

O sea, casi todo.

Con gusto, añado dos propuestas de odio de los lectores:

--- a quienes repiten las mismas palabras, día tras día...

... responder con un refrán o con una frase hecha...