Cartas de los lectores

25 y 26 de diciembre

Ni Lorca ni tantos otros
Los restos de Federico García Lorca no están donde se buscaban. Ni están allí ni lo estuvieron nunca. No nos sorprende, ya que el día que lo fusilaron, aquel fatídico 19 de agosto de 1936, ya se había establecido en España el cainismo más salvaje y despiadado que fue negado durante 40 años y que aún hoy siguen negando aquellos que, durante la Transición, firmaron el gran pacto de la amnesia. Pero la historia es sabia y nos revela la verdad de las desapariciones que nos llevaron al peor de los infiernos, de los crímenes de aquellos cuyo pensamiento no coincidiera con los veladores de la esencia de su "madre patria" . Decía San Agustín que "las lágrimas son la sangre del alma", y los españoles seguimos llorando por ello.
Pedro José Narváez Benítez y Juan Manuel Canle Durán / Cádiz

Esperamos una Europa participativa y democrática
El pacto social que nos proponen desde la derecha los actuales gestores europeos, manteniendo la apariencia de democrático, se va reduciendo a cuestiones demasiado genéricas. Otorga derechos formales muy extensos –libre circulación de personas, mercancías y capitales–, pero no hace referencia a los elementos menos formales, como serían la realización efectiva de esos derechos, ni a ideas como las de aceptación o eficacia social de los mismos. La UE, sin Tratado Constitucional, carece de intencionalidad política, no es percibida como un proyecto colectivo que pueda llevarse a cabo según el propósito de sus actores sino, más bien, como un producto precipitado naturalmente, ajeno a las voluntades individuales y sociales e impuesto por la fuerza de los hechos económicos y del mercado.
Si la UE quiere dotarse de un proyecto común ilusionante y superar una abstención electoral sistemática del 55%, debería articular nuevas formas de representatividad más directa para que las decisiones se tomen colectivamente, todas las decisiones, las económicas también. Porque, de todos los valores a compartir por los europeos, la eficacia económica tal vez no sea el más importante.
Luis Fernando Crespo Zorita / Alcalá de Henares (Madrid)

Educación para la Ciudadanía no puede ser una materia negativa
Respeto a las personas que desconfían de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, pero creo que esta materia educativa está introduciendo y suscitando en las aulas el interés por temas de relevancia social que, aunque no guardan una relación directa con conocimientos técnicos que contribuyen a elevar la competitividad y productividad económica del país, pueden ayudar a mejorar la calidad humana de nuestros hijos.
Hay países con un elevado Producto Interior Bruto en los que abunda la miseria ética.
Conocer y debatir acerca de las causas o consecuencias de la guerra, la pobreza, la violencia de género, el racismo, el medio ambiente... ayuda a mantener flexibles y ejercitados los músculos de la sensibilidad, la solidaridad, la empatía o la racionalidad y eso no puede ser malo para la salud de las relaciones humanas.
Alejandro Prieto Orviz / Gijón (Asturias)

La crisis, las pensiones y el espantajo de su inviabilidad futura
Muchas de las personas que están sufriendo la crisis cuentan que pueden ir tirando gracias a la pensión que perciben sus padres o incluso sus abuelos.
Esto debería hacernos reflexionar sobre el papel solidario que las pensiones públicas representan en todo tiempo y lugar, pero muy especialmente en tiempos de crisis económica. ¿Qué panorama tendríamos si le hiciéramos caso a los inquisidores de los sistemas públicos de pensiones? Me refiero a quienes están detrás del Banco Mundial, el FMI, la OCDE, el ECOFIN, la CEOE... que, habiendo sido incapaces de prever y evitar el desastre financiero mundial y, por tanto son corresponsables del mismo, han tenido la desfachatez de volver a sacar el espantajo de la inviabilidad futura de los sistemas públicos de pensiones como culpables de sus desmanes financieros.
Es indignante que defiendan el recorte de los sistemas públicos de pensiones y el despido libre.
Bernardo Fernández / Madrid

El discutible liderazgo de Rosa Díez al frente de UPyD
¿Qué podemos pensar de la solvencia de Rosa Díez y UPyD cuando en las últimas elecciones internas a la presidencia del grupo se ha producido un 60% de abstención? Más de la mitad de los militantes se han abstenido, lo que viene a ser igual que decir que más de la mitad de sus promotores no creen en el proyecto.
Rosa Díez ha renovado su liderazgo con el apoyo del 81% de los votos emitidos, pero sólo con el 34% de los posibles. ¿Es eso un triunfo o una derrota? En cualquier caso, los españoles que cuestionamos la falta de democracia de nuestra ley electoral y desconfiamos de la capacidad de convocatoria que posee el sistema representativo, ¿podemos confiar en Díez, que fue capaz de celebrar un triunfo tan discutible? Cualquier elección que cuente con menos del 50% de participación debería ser invalidada automáticamente. Un líder político que asume con auténtico alborozo su nombramiento con un apoyo minoritario no merece la menor credibilidad democrática.
Mario López Sellés / Madrid

Practicar la solidaridad no sólo a nivel individual, sino también colectivo
Si tenemos dos estancias que se comunican entre sí, y en una de ellas hace frío y en la otra calor, estas tenderán a igualar la temperatura de forma natural. Sin embargo, si en una de esas habitaciones habitara un hombre pobre y en la otra un hombre rico, es probable que la desigualdad entre ellos tienda a incrementarse. Y hasta es posible que el rico aumente el grosor y la altura de los muros para asegurarse de que el pobre no tenga la tentación de traspasarlos o saltarlos.
Esto es lo que está ocurriendo entre el mundo pobre y el mundo rico. En lugar de derribar los muros que nos separan, cada vez los hacemos más altos e inexpugnables. En lugar de repartir mejor la riqueza, cada vez los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Así somos. Así nos comportamos. Nuestras leyes más instintivas y básicas de supervivencia entienden pocas veces de solidaridad. La empatía, la lástima, el altruismo y la filantropía son virtudes y sensibilidades humanas que existen a nivel individual, pero pocas veces se prodigan a nivel colectivo; y pocas veces pasamos de los buenos deseos a la acción para convertir dichas virtudes en actos virtuosos.
Pedro Serrano Martínez / Valladolid

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