Ciencia de pega// Miguel Ángel Sabadell

De manera recurrente suele escucharse eso de que sólo usamos el 10%, el 20% o el 30% de nuestro cerebro. Así se justifica la existencia de las potencialidades que pueden estar ocultas en algún rincón de nuestra masa encefálica: desde la telepatía hasta la capacidad de aprender las cosas más deprisa.

Lo curioso es que esta idea no proviene de ningún texto sobre neurología, neurofisiología o ciencias afines. Es más, aquellos que han pasado gran parte de su vida intentando comprender el funcionamiento del cerebro suelen quedarse maravillados al descubrir cómo un kilo y medio de materia gris consigue producir pensamientos y sentimientos. Por supuesto, admiten con total naturalidad la profunda ignorancia que poseemos a la hora de comprender los mecanismos que actúan en el cerebro. Pero quienes pontifican con el uso del 10% hacen todo lo contrario. Mediante un juego malabar convierten nuestra ignorancia en palabra divina: como sabemos poco acerca de su funcionamiento, concluyen que sólo usamos el 10%.

¿Se da cuenta de lo que realmente significa decir que sólo usamos el 10%? Es que no utilizamos el 90% restante. Vamos, que está de sobra. ¿Se imagina qué nos pasaría si, de repente, el 90% de nuestra masa cerebral se incapacitara totalmente? Imagine que, debido a un accidente, su cerebro se ha dañado y deben operarlo. El neurocirujano, al observar el mal aspecto que tiene y sabiendo lo del 10%, decide que no se va a complicar la vida con una operación larga y fastidiosa: le corta un trozo hermoso de cerebro. Total, si no usamos el 90%...

De la historia de la vida en la Tierra sabemos que es habitual que se atrofie o se pierda todo aquello que no se usa. Si no se lo cree, pregúnteselo a nuestro dedo meñique del pie. Si realmente no usamos el 90% del cerebro, esto sucede desde el comienzo de los tiempos. Además del problema de explicar cómo apareció algo inútil, si realmente fuera así, al hacer una tomografía debería quedar muy patente una degeneración masiva de gran parte de la masa cerebral. Lo que se observa es todo lo contrario: lo usamos todo.

El uso del 10% del cerebro es un mito, una leyenda urbana que, sin motivo, seguimos propagando sin detenernos a pensar en lo absurdo del planteamiento. Aunque nos viene muy bien para justificarnos: no seríamos ni tan malos ni tan tontos si usáramos todo nuestro cerebro. Pero ¡cuidado! cantidad y calidad no es lo mismo.