Del consejo editorial

Paradojas y perspectivas de la globalización

JOSÉ MANUEL NAREDO

Con tanto empeño en "salir de la crisis" se está perdiendo de vista el horizonte de irracionalidad e insolidaridad hacia el que venía apuntando la actual globalización financiera. En este mundo financieramente globalizado, pero económica y socialmente fragmentado, las prisas por "salir de la crisis" han acabado también eclipsando las críticas hacia el sistema monetario internacional y hacia las prácticas que la habían motivado.

En principio, se consideró que la crisis era el resultado lógico de la dinámica de funcionamiento del capitalismo financiero. Por lo tanto, el objetivo de favorecer la estabilidad del sistema monetario internacional exigía cuestionar esa dinámica estableciendo nuevos mecanismos de regulación y control que no han llegado a concretarse de modo efectivo. Es más, el contexto en el que se realizó la reciente reunión del G-20 vino a confirmar el desgobierno de las finanzas planetarias. Pues poco antes de que se celebrara esta reunión teóricamente orientada a coordinar las políticas de los países, ese líder mundial de las finanzas que es EEUU decidió unilateralmente emitir 600.000 millones de dólares destinados a comprar su propia deuda pública. Es decir, que cuando los estados de la UE tratan penosamente de apretarse el cinturón para satisfacer y sanear sus deudas, EEUU encomienda a su propio banco central que se haga cargo de las suyas emitiendo dinero para comprarlas. Después de tanto criticar a Madoff u otros magos de las finanzas por emitir títulos sin respaldo o contrapartida alguna, EEUU lo hace impunemente a una escala mucho mayor para recomprar sus propias deudas.

En suma, que tras tanto defender la ortodoxia liberal para apretar las clavijas a los demás, EEUU aprovecha su posición de dominio para hacer gala de la más absoluta heterodoxia con el fin de animar los mercados financieros con semejante inyección de liquidez, esperando que con ello se acabe animando también el pulso de la coyuntura económica en general. Estas medidas ya no apuntan a incentivar la demanda o el empleo, sino a alimentar directamente y sin tapujos ese cóctel explosivo de abundante liquidez barata y de desregulación y relajación de la disciplina financiera que había originado la crisis. En vez de favorecer la inversión productiva mediante estímulos keynesianos, se está preparando el caldo de cultivo propicio para que prosperen nuevas burbujas que serán nuevamente fuente de inestabilidad.

José Manuel Naredo es economista y estadístico

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