¡Será por dinero!

El regreso de Volcker

Paul Volcker tiene 82 años, mide 2.01 metros y acumula una larga trayectoria en sus (anchas) espaldas.  Volcker, que fue presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos con Carter y Reagan (éste le despidió por no compartir su furia desereguladora), tiene un acreditado prestigio en el mundo de la política económica, y así se lo reconoció Obama al nombrarle en 2009 presidente del Consejo Asesor de Recuperación Económica. Pero lo cierto es que hasta ayer Volcker estaba considerado alguien sin influencia en la Administración Obama, una especie de objeto decorativo pasado de moda. Hasta ayer. El anuncio del presidente de que quiere trocear los grandes bancos mediante la segregación de las actividades de banca comercial y las inversiones especulativas y de alto riesgo es un calco de las tesis que Volcker ha estado defendiendo en los últimos tiempos. En una entrevista publicada el pasado 30 de diciembre en el semanario Business Week, Volcker decía literalmente: "Los bancos comerciales han ampliado su negocio a áreas de los mercados de capitales que no son fundamentales, como los fondos de alto riesgo y de acciones, el comercio de materias primas y los derivados. Esas son actividades legítimas, pero no básicas, y yo creo que no deben ser protegidas por la red del Estado". Esa es en efecto la nuez filosófica de la propuesta de Obama: hay que separar las actividades de la banca comercial tradicional, cuyo colapso puede poner en riesgo el conjunto del sistema, y que por tanto hay que proteger, de las especulativas, que no contaminan a otras áreas. Por cierto, en la entrevista Volcker se encarga de desmentir que su propuesta sea restablecer la ley Glass-Steagall, aprobada tras la Gran Depresión y que estuvo en vigor hasta que Clinton la suprimió en 1999. Esa ley separaba radicalmente las actividades de banca comercial y de inversión. Volcker propone una división algo distinta (por ejemplo, dice que admitiría que un banco comercial hiciera banca de inversión por cuenta de sus clientes corporativos), pero reconoce que la Glass-Steagall es la inspiración de sus tesis. 

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