El azar y la necesidad

Quo vadis PSC?

El PSC perdió en las últimas elecciones europeas alrededor de 350000 votos,  más del 50% de los sufragios que obtuvo en el año 2009,  con el agravante de que esta pérdida se produce con una participación más alta. La pérdida de votos, además, ha sido especialmente dolorosa en ciudades emblemáticas del cinturón de Barcelona en las que se ha visto superada por ERC. El caso más hiriente ha sido el de Terrassa, de la que era alcalde el hasta hoy secretario General del PSC Pere Navarro, y en la que los republicanos han sacado tres puntos a los socialistas. La reacción de los socialistas ha sido de pánico, ante la posible pérdida del poder municipal en muchas localidades catalanas y de ahí la dimisión de Navarro, a quién muchos consideran poco eficaz para relanzar el partido, o en todo caso, para resistir y consolidarlo. Esa es la lectura apresurada, que  puede inducir a errores, porque el problema del PSC no es su secretario general o, en todo caso, no es su único problema.  Los socialistas tanto en Catalunya como en España, son percibidos por una gran parte de la población como parte del problema y no de su posible solución. El debate es especialmente bochornoso cuando la renovación que se ofrece en los dos partidos son listas de nombres que no responden a programas ni ideologías concretas o renovadoras. Los socialistas no son un valor en si mismo y pueden desaparecer mañana mismo si la ciudadanía no les ve capaces de ofrecer una alternativa seria a las políticas conservadoras del PP.  Si los socialistas catalanes y españoles no inician un periodo de fuerte catarsis interna, y de ruptura con el pasado reciente, pueden seguir el mismo camino que el PASOK griego.

El PSC  ha sido el partido más fuerte de Catalunya durante un largo periodo de tiempo. Ha dominado en las elecciones europeas, en las generales, en las municipales, y constituía la única alternativa viable al dominio de CiU en las autonómicas. Los socialistas catalanes se encontraban en una rotonda de circulación de votantes con muchas entradas y pocas salidas,  eran receptores universales de votos. Hoy, el partido ha pasado de receptor a donante universal, el único partido que cede sufragios en todas las direcciones del espectro político, desde Ciutadans a la CUP, pasando por el PP, CiU, Iniciativa o ERC, incluso Plataforma por Catalunya.  La razón de esta sangría es más simple de lo que pudiera parecer a simple vista. El PSC, gracias a su alianza con el PSOE, era la única alternativa posible a las políticas conservadoras, centralistas, y en muchos casos reaccionarias y anticatalanas del PP. Durante las últimas décadas la fuerza del voto socialista en las generales era la fuerza del voto en contra del PP. La fobia a las políticas del PP en Catalunya,  ha sido y es transversal, afecta a  todas las capas de la sociedad y moviliza mucho a los votantes. En cuanto el PSOE ha dejado de ser percibido como alternativa al Partido Popular en Madrid y ha pasado a ser su aliado en cuestiones llamadas de estado, en Catalunya muchos han dejado de votarle. Esa falta de alternativa al PP se hace más visible con el posicionamiento de los socialistas al lado del PP y Ciutadans en el tema del derecho a decidir. Para no perder su centralidad, y mantener su influencia en la política catalana, los socialistas deberían haberse sumado al proceso, como hicieron en un principio, e intentar condicionarlo desde dentro. La fórmula  de la tercera vía  que formuló Pere Navarro, era una oferta coherente desde el punto de vista formal, pero retórica en la práctica, porque requiere el concurso del Partido Popular, un apoyo del que difícilmente dispondrán.

Es posible que la salida a la crisis interna del PSC pase por reafirmar y endurecer su posición respecto a la consulta, osea, un discurso que no se distinga en lo esencial al del PP. Eso conduciría el Partido a la división interna y condenaría a los socialistas a la marginalidad política en Catalunya durante muchos años.

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