La verdad es siempre revolucionaria

De ilusión también se vive

En 1947 se estrenó una almibarada película estadounidense que titularon en España como "De ilusión también se vive", donde, como era de esperar, los tontos e imposibles sueños de los protagonistas se hacían realidad. En ese año se estaba sufriendo una postguerra miserable en medio planeta y comenzaba la Guerra Fría que iba a durar 40 años, y era preciso engañar a los sufridos ciudadanos del mundo, y sobre todo a las más crédulas ciudadanas, con las fantasías de los cuentos de hadas.
Cuando en España todavía no nos hemos recuperado de la resaca del recuento de los votos del día 20, varios dirigentes de partidos nos están contando otras fantasías. Un amigo muy joven italiano que estos días se halla en Madrid me preguntaba, desconcertado, "¿Qué significa la palabra ilusión en español? Porque veo que se repite mucho en la propaganda electoral de varios partidos, pero en italiano significaría fantasía, para nosotros sinónimo de engaño". Y todo perplejo me dijo, "¿cómo se puede pedir el voto para un engaño?" Me hizo mucha gracia esta interpretación, porque aunque en español el término ilusión se adapta al significado de esperanza -sin olvidar que la esperanza puede también basarse en un engaño- no cabe duda de que la ilusión es antitética de la realidad.
Pues bien, el partido Ciudadanos tiene como lema, que continua hoy en los paneles del escenario en que su líder se presenta a hacer declaraciones, "Con ilusión". La misma con la que en la campaña electoral se adjudicaba 80 o 90 escaños, adelantando al PSOE, ya dispuesto a formar gobierno. No sabemos como administrará sus 40 escaños, aunque supongo, sin equivocarme, que de forma que beneficie al PP, y quizá con ello se despierte de su ilusión. Pero sería bueno que quitara el eslogan de sus carteles, al menos para que mi amigo italiano no se burle de ellos.
Mientras Podemos, que iba a gobernar sin duda alguna ya que su único rival era el PP, según nos aseguró durante más de un año en todos los foros posibles, accede al Parlamento con 69 escaños, a falta de 117 para la mayoría, 29 de los cuales pertenecen a diversas formaciones políticas de aluvión en la periferia de la península. Y ni siquiera con sus votos el PSOE podría gobernar. Suponiendo, y es mucho suponer, que todos sus aliados en Cataluña, Galicia y Valencia estuviesen de acuerdo con el partido padre. Pero con la soberbia que le caracteriza, Iglesias se ha pasado las últimas horas después del resultado electoral poniendo condiciones para apoyar a un gobierno del PSOE: sobre todo un cambio radical en la Constitución que permita la autodeterminación de los pueblos de España y la celebración de un referéndum en Cataluña. Teniendo en cuenta que no se puede celebrar un referéndum para preguntar si una parte de España puede independizarse porque la Constitución establece la unidad indivisible, y una modificación constitucional exige la anuencia de los dos tercios de los diputados, veo que también en el imaginario podemita la ilusión es un elemento muy poderoso.
El PSOE se mantiene en pie, como el tentetieso, por más golpes que le den, porque en España no va a pasar como en Italia donde desapareció el Partido Socialista, ya que nuestra historia no es la italiana, por más que muchos fans de Podemos me lo aseguraran las últimas horas antes de las elecciones. Y sus rotundas declaraciones, acabo de oír en televisión al portavoz, asegurando que de ninguna manera apoyarán al PP para gobernar me recuerda el dicho español: "dime de lo que presumes y te diré de lo que careces". Porque, me atrevo a profetizar, el pacto para la Gran Coalición está más cerca que nunca, ante el caos de un gobierno sin mayoría o el desgobierno de 11 partidos y partiditos, federalistas, independentistas, autodeterministas, estatutarios y centralistas que deberían aliarse para que el PSOE tuviera el número necesario de votos.
Pero, dejando aparte las ilusiones de los votantes del PSOE que todavía crean que es un partido de izquierda, el destino y sus dirigentes lo abocan como, la tragedia griega, a la coalición con el PP. Al fin y al cabo ambos partidos coinciden en mantener la monarquía, apuntalándola y alabándola, en seguir en la OTAN y soportando las bases militares estadounidenses, en no denunciar los acuerdos con el Vaticano, en aprobar los infames Tratados de la UE con EEUU, en firmar el Pacto Antiterrorista, en aprobar el artículo 135 de la Constitución que obliga a pagar la deuda pública antes que dar de comer a la gente, en aceptar las condiciones que imponga Bruselas y seguir con el euro, en defender la unidad de España, en financiar la escuela concertada, y en no se en cuantas cosas más, porque tengo cosas mejores que hacer en la vida que comparar punto por punto los programas electorales.

Dicen que eso sería el suicidio del PSOE pero yo no lo creo. Por el contrario, le serviría para fortalecerse en el poder. Obtendría a perpetuidad unos cuantos ministerios, secretarías de Estado, direcciones generales, etc. con los que contentaría a sus dirigentes y paniguados ahora en paro. Véase la socialdemocracia alemana que no se mueve de su suelo electoral desde hace 15 años, mientras se reparte el poder con la democracia cristiana. Si los votantes del PSOE le han votado a pesar de todas esas dejaciones de su ideario socialista, aceptarán –aunque haya alguna desafección- la coalición "para mantener la estabilidad política y económica, ante el pánico de los mercados, mantener la unidad de España y combatir el terrorismo". Y léanse bien esta frase que es todo un ideario y un catálogo de intenciones.
En todo caso, el PSOE presumirá de haber impuesto unas cuantas ayudas sociales "forzando" al PP a mantener las pensiones, a aumentar las subvenciones a la discapacidad y otras limosnas semejantes, que tanto le gustan a la socialdemocracia que convierte el Estado del Bienestar en el Estado de Beneficencia. En definitiva, la caridad organizada por el Estado. Aquel que entre por esa puerta que abandone toda ilusión de cambio en la política española, porque entre todos, incluidos Podemos y Ciudadanos y su aceptación de la Monarquía, de la Iglesia y de la OTAN, sostienen y apuntalan el régimen capitalista, monárquico, patriarcal e imperialista, que nos oprime.

En el capítulo de las fantasías Unidad Popular tampoco desciende a la realidad. Los carteles con la foto de Alberto Garzón dicen "Por otro país", pero sigo desconcertada sin saber qué otro país debo votar. Este está mal sin duda, pero también es cierto que podríamos tenerlo peor, de modo que esa inconcreción solo alimenta falsas ilusiones.
Cierto que el programa de Unidad Popular es el mejor de todos, para ello también el Partido Feminista batalló duramente en las asambleas en que se aprobó, pero las estrategias electorales, los pucherazos en las primarias, el desdén con que trataron a mi partido, sin contar con él para ningún acto electoral, demuestran que se hacían la ilusión de que no necesitaban ninguna ayuda del feminismo. Por ello, ni el escaño de Sevilla han sido capaces de ganar.
Y mientras todos los partidos escorados a la izquierda del PP, se hacen la ilusión de ganar, de ser imprescindibles, de alcanzar resultados imposibles, el PP, mohíno sin duda porque no llegó hasta donde quería, está ya haciendo sus alianzas con el inestimable apoyo de la UE, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, del Banco Central Europeo, del Departamento de Estado de EEUU, de la embajada americana y de la CIA, que tienen mucha experiencia en imponer y deshacer gobiernos.
Y en medio de todas estas ilusiones y conspiraciones las mujeres desaparecidas. No hay más que ver los carteles y los anuncios electorales. Aunque resulta que este Parlamento va a tener más mujeres que ninguno otro desde 1977. Pero ese es tema para otro artículo.

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