Luna Miguel

Musicote

Musicote

A algunos de los que tocan música en el metro dan ganas de darles nuestra humilde billetera para que vayan y se apunten a una escuela de canto. Los últimos días de clase (sí, con el plan Bolonia terminamos en mayo, cuando aún azota la primavera fría) se convierten en un suplicio aún mayor si de camino, en el metro, te toca una de esas tipas que desafina al cantar incomprensibles palabras de amor. Hay, sin embargo, un hombre que hace que el mundo merezca la pena. Madrid. Avenida de américa. Escaleras que unen la planta baja con la línea 6. Negro. Guapo. Alto. Fuerte. Gorra de baseball y versiones de U2 en su garganta. Creo que es el único músico de metro que levanta pasiones entre los espectadores. A veces la gente se pone a cantar a su lado y el camino al infierno se vuelve más agradable. El otro día bajaba las escaleras mecánicas y un tío que parecía normal y decente gritó "cállate negro de mierda" mientras el otro se marcaba un reggae. Su reacción no fue otra sino cantar más fuerte. Todos miramos al subnormal con cara de asco. "Cállate tú, carapan", pensé.

Y no sé a cuento de qué escribo hoy esto. No tengo ni idea. Tenía pensado hablaros de lo poco que me importa la operación del Rey, y su barba de una semana. Quería deciros que me parece muy bien que le operen así de rápido y de guay y que a ver si operan (así de rápido y de guay) a todos los que están en lista de espera. Quería contaros que a veces lo que ocupa las primeras planas en la prensa es menos importante que esos pequeños y violentos momentos de racismo e intolerancia que día a día nos invaden. Y que bueno. No sé. Que así levantaremos el país: con la flauta.

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