Luna Miguel

'SEPTEMBER' TAMBIÉN ES UN GRUPO SUECO

'SEPTEMBER' TAMBIÉN ES UN GRUPO SUECO

Se acabó lo que se daba. No más viajes al sur. No más mojitos en la terraza. No más shorts ni falditas para salir a la calle. No. El fin del verano es prematuro para los que estudiamos Plan Bolonia. Y más prematuro aún para aquellos aspirantes a licenciados que aún tienen asignaturas por recuperar. Septiembre es el mes más cruel. Septiembre es el año nuevo. Se acabaron los deseos y las buenas voluntades del 1 de enero. Bienvenida la paz del noveno mes: ahora todos queremos empezar de nuevo. Comprar lápices. Poner cara de buenos estudiantes. Pedir becas de esas que el Estado tarda meses en pagar (para entonces ya nos hemos comido las uñas y la piel viendo nuestra cuenta bancaria a zéro). Pagar fotocopias. Pagar más fotocopias. Comprar manuales carísimos de más de seiscientas páginas escritos por tus propios profesores ¡vivan los derechos de autor! ¡Ah! ¡Septiembre! Ese metal pesado. Y luego vienen las buenas obras, los propósitos imposibles y el alto al fuego. Porque ayer leí El Comunicado y le dije a mi novio: "oye tío, has visto lo de ETA, qué guapo. Se acabó. Todo ha terminado. Qué bien". Y él me contestó "eso dicen siempre". Y lo cierto es que tiene razón. Todo no termina con agosto. Aunque sea septiembre sigue haciendo calor. Un calor asqueroso e inhumano. Un calor que nos agarra por los tobillos y nos derrite el cerebro. Todo no acaba con la palabra. Ni "Septiembre", ni "Sin armas" son sentencias definitivas. Lo primero tendrá su muerte con las hojas marrones y el viento frío. Lo segundo, ay, lo segundo... sólo podrá finalizar con el tiempo. La desaparición progresiva. El eco de ese adiós cesando. O quizá es que seamos unos incrédulos. Yo qué sé. Feliz vuelta al cole.

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