Luna Miguel

VACACIONES DE SEPTIEMBRE

VACACIONES DE SEPTIEMBRE

Huelga y más huelga. Sólo escucho cosas sobre la huelga. "¿De qué va la huelga?", pregunto. Y nadie me dice nada. "¿Por qué estaremos en huelga?", pregunto. Y nadie me dice nada. Parece como si de pronto h-u-e-l-g-a fuera la palabra mágica. Apuntamos con la varita y pum: miércoles vacacional. Ocio para casi todos en este día que también será de luto para trabajadores y sindicalistas, pues: "¿A quién le interesa de verdad la huelga?", leo en Facebook.

Hay prensa digital y demás plataformas en las que la información se esquematiza cada vez más: huelga sí, huelga no. Motivos a favor. Motivos en contra. Cual lista de la compra: las reivindicaciones están a su servicio. Pero qué queremos, eh, qué más queremos si reformas laborales así son nuestro destino. Sí, el nuestro: ¿qué me importa a mí que me despidan de tal o cual empresa en tantos días si mi título universitario de idiomas, por ejemplo, es válido durante sólo dos años? (todo es temporal hoy, amigos, todo cuesta mucho dinero). Si las asignaturas anuales ahora son trimestrales. Si los planes de estudios son peores que una pobre indemnización. Quejémonos, claro. Pero de todo. Paralicemos el país por los índices de maltrato. Por lo malo que está el café que nos venden en la cantina. Porque todo está muy mal. Todo está fatal y ¿quién tiene la culpa? Yo: que no he querido, podido o sabido informarme. Tú: que me has informado mal. Ellos: que nunca dicen nada. Nosotros: que ni pinchamos ni cortamos pero siempre nos llevamos el marrón.
No sé de qué va la huelga ni me importa, aunque sé que es a mí, y a todos los que en un par de años saldremos desnudos e indefensos al mercado, a quienes todo esto debería cabrearnos.

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