Luna Miguel

Periodismo: época de exámenes

Te dicen que estudies, pero también que trabajes. Te dicen que el periodismo es una mierda pero también que es la profesión más bonita. Te dicen que no te justifican esa falta del día que estabas trabajando porque tu labor, a los diecinueve o veinte años, no es la de trabajar sino la de estudiar. En mi clase, creo, hay mucha gente que trabaja: pequeñas radios, periódicos locales, revistas, fotografía freelance, o incluso en Zara, Burguer King o tiendas de telefonía móvil. Te dicen que todo eso no sirve porque lo que tienes que hacer es memorizar la biografía de Amadeo de Saboya, o las mil cabeceras de todos los periódicos que existieron y existen en Estados Unidos, o las estadísticas y niveles del paro en España, Europa y el mundo durante el siglo XX. Te dicen que no trabajes aún. Te dicen que si quieres llegar a algún lado tienes que comenzar a trabajar. Que no trabajes y que trabajes ¿te ha quedado claro? Porque el futuro del periodismo no está en la radio de tu pueblo. El futuro del periodismo está en escribir una redacción sobre cualquier tema: una redacción que nadie te corrige, que nadie te lee, que nadie te dice al revisarla: ey, vas por buen camino. Te dicen que has entendido mal el teletipo. Te dicen que en unos años sabrás resumir a la perfección lo que te dicen las agencias. Te dicen que pasará un siglo antes de que firmes con tu nombre. Te dicen que está prohibido el estilo y la literatura. Que aunque sea una noticia macabra, en la radio, la tienes que leer muy alegre. Que hasta Heidi estaba alegre cuando se le murió la cabra, coño. Te dicen que trabajes. Que no. Que no sirves. Que te mueras. Que en ti está el futuro. ¿En qué quedamos?

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