Otra vuelta de tuerka

Beatriz Talegón y el efecto boomerang

El viernes, apenas 24 horas antebea.abucheos de los abucheos a Talegón y a López Aguilar en la manifestación de Madrid, estuve charlando un buen rato con la responsable de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas. Habíamos intercambiado correos electrónicos desde hace tiempo, bastante antes de que Beatriz saltara a la fama por haber dicho unas cuantas verdades a la cara a los jerarcas de la Internacional Socialista en Portugal, y aprovechamos su estancia en Madrid para conocernos en persona y hablar de política.

 Beatriz es seguidora de La Tuerka, el programa que presento, y me constan tanto la nobleza de sus intenciones políticas como sus simpatías por una izquierda nada condescendiente con el partido en el que milita. Aunque en la izquierda somos amantes de las teorías conspiranoicas, puedo asegurar que no hay nada en ella que se parezca a una operación de marketing de los socialistas. Es más fácil que todo eso, Beatriz le echó agallas y a partir de ahí los acontecimientos se desataron y me temo que las circunstancias han generado un efecto boomerang que la ha sobrepasado.

¿Qué quiero decir con efecto boomerang? Creo que Beatriz ha sido víctima de la misma medicina que ella aplicó a los dirigentes de su partido. Es injusto pero la política funciona así y no debería sorprenderse de que si acude a una manifestación contra los desahucios acompañada de un ex ministro (por simpático y buen caricaturista que sea, López Aguilar no deja de ser uno de los responsables políticos de la desprotección de las familias frente a los bancos), los ánimos de una parte de la gente puedan desatarse. Pondré un ejemplo equivalente. Nadie se sorprendería de que en una manifestación de las víctimas de ETA se insultara a un dirigente de la Izquierda Abertzale, por mucho que hubiera sido crítico con los atentados. Es más, de una de esas manifestaciones tuvo que salir escoltado el propio Pepe Bono; ya se sabe que la militancia de la AVT y del PP no se anda con chiquitas. El abucheo y la presión numérica en una marcha forman parte, al fin y al cabo, de la cultura política mediterránea y en un país con millones de parados y gente que se suicida porque les echan de su vivienda, no hay que echarse las manos a la cabeza porque la policía haga su trabajo escoltando a un ministro y a su acompañante.

Sin embargo, sería un terrible error que la izquierda y los movimientos sociales no comprendiéramos lo que significa que haya dirigentes como Talegón. Sería un error que nuestra ingenuidad y nuestra obsesión conspiranoica empujaran a Beatriz a volver al redil del que salió. Imagínense las sonrisas de condescendencia de todos los sapos con coche oficial del PSOE cuando saluden ahora a Beatriz "¿Lo ves bonita? Anda, vuelve a casa y pórtate bien que aquí sí te queremos".

Si algo hemos aprendido haciendo debates en La Tuerka es que a las bases socialistas nuestro discurso les gusta mucho más que el de los dirigentes de su partido. Pedro Zerolo lo ha comprendido perfectamente (basta verle defender la revolución bolivariana en nuestros programas para comprobarlo) mientras que otros sufren (y me consta que les duele mucho) al verse situados junto al Partido Popular como la cara amable del mismo Régimen.

Talegón no es más que un síntoma de que ese Régimen se descompone. Una dirigente que se avergüenza de los suyos y les saca los colores y encima se une a una manifestación contra los desahucios. ¿Por qué tenemos tanto miedo a asumir que estamos ganando? ¿Qué mejor síntoma de nuestra victoria que tener a los hijos del Régimen tras nuestras pancartas? ¿De verdad somos tan miopes y tan cobardes de pensar que es todo una campaña de marketing para "recuperar" las luchas?

Desde luego Beatriz se equivocó marchando en la manifestación con un ex ministro pero para la próxima me ofrezco yo a caminar a su lado. Entonces la preocupación quizá la tengan en Ferraz (allí preocupa mucho, permítaseme el chiste, que cualquiera de los suyos se acerque a Pablo Iglesias) y a lo mejor la próxima vez es en el PSOE donde la abuchean.

 

 

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