Punto y seguido

¡Que conduzcan camellos!

En la teocracia medieval de Arabia Saudí las mujeres pueden conducir un ungulado de dos metros pero no un coche. La desobediencia civil de las activistas para burlarse de la ley ha puesto en jaque al rey Abdulah, forzado a indultar a una joven valiente condenada a recibir 10 latigazos. El gesto del monarca, lejos de ser el de un  anciano piadoso (jefe del reino de terror, tortura y pena de muerte), muestra hasta qué punto la integridad física de los "súbditos" depende del capricho de los hombres del poder.

La segregación de estas mujeres supera el apartheid que vivieron los negros en Sudáfrica. Si bien comparten ser considerados por ley personas de segunda que no pueden votar, ocupar posiciones en el gobierno, habilitar negocios, acceder a la mayoría de los puestos de trabajo, ni entrar en decenas de lugares públicos, o contraer matrimonio con quien quieran, las mujeres de Arabia, además carecen del derecho a viajar, pasear, cantar, bailar, reír, correr o poder vivir solas.

Que en este país haya cirujanas pero no conductoras, se debe a que la curandería, oficio femenino, se realiza entre cuatro paredes y las profesionales sólo atienden a mujeres. Los sectores misóginos se oponen al cambio en la vieja estructura de roles y tolo lo que agriete la jerarquía de la autoridad establecida. Si las mujeres  consigan el derecho a conducir irán conquistándo más terrenos vetados, aseguran y temen.

Incluso otorgarles el derecho al voto, donde no hay partidos, ni sindicatos o prensa libre, es menos peligroso para el poder de la élite que respetar su autonomía y libertad de circulación.

¿Y dónde están los políticos occidentales que se desgarraban las vestiduras contra el burka impuesto a las afganas por los Talibán? Si Hilary Clinton no se posiciona ante "los asuntos internos" de Arabia, es porque el primer caso formaba parte de la "construcción del enemigo", preparando a la opinión pública para invadir Afganistán, en cambio "no toca" hoy presentar la Casa de Saud -la dictadura más represiva y reaccionaria del mundo- como un peligro para el planeta.

La fuerza modernizadora de las mujeres de Arabia será la que arrincone la hipocresía, el fanatismo religioso y el despotismo sexista.

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