Carta con respuesta

Usos y costumbres

Leo la última oferta de Mariano Rajoy en la campaña electoral: un ‘contrato de integración’, por el cual los extranjeros (supongo que sólo los que provengan de países pobres y no los alemanes de Mallorca o los jubilados británicos de Marbella) deberán someterse a unas normas de higiene, respetar la igualdad de sexos y aprender castellano. Y yo me pregunto: ¿cumplimos los españoles de nacimiento todos estos requisitos? Este ‘contrato’ es claramente inconstitucional porque viola la igualdad de todos los ciudadanos (sí, los inmigrantes también lo son). Seamos serios y hagamos promesas serias y coherentes.

ROSA DE LERA LÓPEZ, Madrid

La iniciativa de Rajoy, que se comprometan a "cumplir las leyes, aprender la lengua y respetar las costumbres de los españoles", me parece luminosa. La ley la tienen que cumplir, se comprometan o no. La lengua ya la aprenden sin necesidad de firmar nada. Nos quedan esas "costumbres de los españoles". ¿Hay derecho a que un inmigrante te llame en plena siesta? Me imagino que Rajoy va por ahí: algún inmigrante a quien Dios confunda le habrá interrumpido una siesta y eso no se puede tolerar. Aquí dormimos la siesta: entérese usted. Llega un inmigrante a la oficina y, ¡hala, se pone a trabajar! Un momento, no tan deprisa Mr. Inmigrante, que aquí primero se toma un cafelito, eso es sagrado: ¡a ver si el inmigrante nos va a sacar los colores! Y entonces van los inmigrantes y piden café en el bar, así, sin más. ¿Dónde se ha visto que cinco españoles pidan cinco cafés iguales? ¿Acaso hay derecho a que los inmigrantes tiren las cáscaras de gambas a la papelera? Ni hablar, en España la costumbre es tirarlo al suelo. Es nuestra costumbre higiénica. Y hablar a gritos. Y citar mucho a los cuñados. Y mirarles el culo a las mujeres.

A lo mejor un inmigrante oye a las mujeres hablar en público sobre los hombres y burlarse: que son un desastre en la cama, y venga carcajadas; que no saben hacer nada, que son unos caraduras y presumidos, que sólo hablan de fútbol, etc. Y a lo mejor se confunde y se pone a hablar en público de las mujeres con las mismas carcajadas. Que son unas sosas en la cama, que sólo hablan de trapos, que tienen mucha cara, etc. Y eso no vale, Sr. Inmigrante. Eso es machismo. Si los hombres hablan con estereotipos es terrible, un escándalo. Las mujeres lo hacen en aras de la igualdad, entérese, don Inmigrante. Son costumbres.

No sé usted, pero yo estoy deseando leer los detalles de ese contrato. De hecho, me ofrezco voluntario (por una remuneración razonable, claro está, como es costumbre aquí) para redactar el texto y así poner en claro cuáles son esas costumbres tan nuestras que hay que proteger: la esencia misma de la españolidad.

RAFAEL REIG

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