Trabajar cansa

Si le llega a dar con el zapato

"Es cierto que el efectivo cumplimiento de la pena pudiera llegar a considerarse excesivo, pero es la pena mínima que puede imponerse." -Extracto de la sentencia contra Hokman Joma-

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No sé si lo recuerdan, porque la noticia se trató con discreción en su día: el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, sobrevivió milagrosamente a un atentado durante una visita a España hace poco más de un año. Cuando salía del Ayuntamiento de Sevilla, un terrorista arrojó un arma letal contra el líder turco, que salió ileso por poco. El peligroso terrorista fue detenido, encarcelado y juzgado, aunque se ha beneficiado de nuestro blando código penal, y sólo pasará tres años entre rejas.

Ah, por cierto, se me olvidaba un dato: el arma letal que el terrorista empleó en el fallido magnicidio no fue un rifle con mira telescópica, ni una granada, ni siquiera una buena piedra. Lo que tiró a Erdogan fue un zapato. Un zapato común, sin tacón ni refuerzos metálicos ni hebillas, y además lanzado con poca convicción, pues falló estando bien cerca y pegó en el coche, que pese al impacto pudo seguir su camino.

Alto ahí, se acabó la broma. Porque la cosa se presta para mucho chiste, pero no tiene gracia ninguna. Que se lo pregunten a Hokman Joma, el autor del lanzamiento, que lleva más de un año en la cárcel, y le quedan otros dos por delante.

Hokman es un activista de los derechos humanos, que con su gesto quiso protestar por la represión del pueblo kurdo al que pertenece. A nadie se le ocurre pensar que con su zapato pretendía atentar contra Erdogan, salvo al juez que le cargó un delito contra la comunidad internacional en su modalidad de atentado contra dirigente extranjero. Todos recordamos otro zapatazo más famoso, en Irak contra Bush. En ese caso el lanzador recibió un año de cárcel. Se ve que la justicia iraquí es más blanda que la española.

Ahora sus abogados y varios colectivos sociales han lanzado una campaña para pedir su indulto, a la que podemos sumarnos con nuestra firma en la web de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, para arreglar en lo posible este disparate.

El chiste del principio sólo puede cerrarse con un comentario, obvio: menos mal que falló, que si encima le llega a dar, no imaginamos el castigo.

 

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