La trama mediática

La redención de Zapatero

Ebrios de barras y estrellas, los marines de la pluma disparan sus salvas por... ¡José Luis Rodríguez Zapatero! "Bienvenido al club de los que consideramos nuestra alianza de democracias con Estados Unidos el principal baluarte de nuestra libertad", celebra la conversión del leonés Hermann Tertsch en su homilía nochera de Telemadrid. "Mister Zapatero", lo nombra sin atisbo de ironía Alfonso Ussía en La Razón, y aun lo compara con el más grande entre los grandes inquilinos monclovitas: "Cuatro buques de guerra de los Estados Unidos además de mil cien soldados se instalarán en la base de Rota. Bueno para la base, bueno para nuestra Armada, y bueno para España. Rota se sitúa en un punto estratégico, y Zapatero lo ha entendido como si fuera Aznar".

Desde ABC, José María Carrascal, aquel hippie devenido en fan de Rambo, se inclina ante la posible defección del presidente crepuscular: "Ya puede poner los zapatos sobre la mesa de Obama, como Aznar lo hizo en el rancho de Bush, y enviar sus hijas a estudiar a Estados Unidos, sueño de todo progresista español, sin temer que sus compañeras de clase les echen en cara nuestra espantada en Irak. Misión cumplida". El editorialista de Cope sale de la sacristía para sumarse a la ola: "Lo que está claro es que su decisión es la única posible. España y Europa deben estar junto a Estados Unidos en la defensa del mundo libre, y en la promoción efectiva de la paz basada en el Derecho". Te alabamos, oh, señor de las fragatas.

Dávila, pacifista

Claro que siempre tiene que haber algún disidente. Si Zapatero se convierte al belicismo, Carlos Dávila se pone rastas en La Gaceta y busca quien lo acompañe en protestas callejeras: "¿Dónde están estos personajetes de la algarada ‘low cost’? Están escondidos desde hace cuatro años chupando de las subvenciones de Sinde, mientras mueren soldados en Afganistán y Rota se convierte en la ciudad de la guerra de las galaxias".

A estas alturas, es probable que crean haberlo leído todo sobre Steve Jobs. Cristina López Schlichting les va a demostrar, desde La Razón, que no: "¿Por qué conocimos a Steve Jobs? Pues porque su madre, una estudiante embarazada, prefirió darlo en adopción a librarse de él. Lo que el creador del iPod y del iPhone intentaba decirnos es que la vida tiene sentido, aunque a veces no la entendamos. Los cristianos llamamos Providencia a ese fenómeno".

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