Al sur a la izquierda

El verdadero congreso federal es el 25 de marzo

 

El verdadero congreso federal del PSOE no se celebra en Sevilla el primer fin de semana de febrero, sino en toda Andalucía el último fin de semana de marzo, fecha de las autonómicas.

 

Los dirigentes y militantes intentan pensar lo menos posible en el hecho embarazoso pero crucial de que ninguno de los dos candidatos a la Secretaría General levanta pasiones: ni pasiones personales ni pasiones políticas. Sin embargo, esa tibieza tiene poco que ver con la valía personal o política de Chacón o Rubalcaba: tiene más bien que ver con el hecho de que no era el momento de hacer este congreso, de que ha sido convocado demasiado pronto, con un PSOE víctima todavía de una fortísima conmoción pero que intenta comportarse como si ya estuviera recuperado de ella, o como si el congreso fuera la medicina para curarla, cuando en verdad se trata de un mal cuya primera medicina es la convalecencia, es decir, el tiempo, pues es preciso tiempo para asimilar el alcance de ese mal consistente en haber perdido varios millones de votos.

 

La gente suele tardar bastante en asimilar la gravedad de un hecho luctuoso: en los primeros momentos uno no evalúa bien la magnitud y el alcance de lo que acaba de pasarle y necesita algún tiempo para hacerse cargo de la situación y obrar en consecuencia. El PSOE, en cambio, lo primero que ha hecho ha sido obrar en consecuencia (convocando el congreso), antes de haberse hecho cargo verdaderamente de la situación. No ha comprendido que es imposible hacerse cargo a conciencia de la situación hasta no saber qué ocurre el 25 de marzo en Andalucía.

 

Es como si en una casa hubiese muerto el cabeza de familia y a esa muerte hubieran seguido los apuros económicos de todos los hijos, pero a estos todavía les quedara una esperanza porque el hermano mayor está a la espera de conseguir un contrato indefinido y bien remunerado que puede ayudar a sacar adelante al resto de los hermanos. Sin intención de llevar demasiado lejos la metáfora, digamos que ese hermano mayor es Andalucía, y hasta que no se sepa lo que pasa con él no puede saberse el destino último de sus famélicos hermanos. Estos pueden hacer todos los cónclaves que quieran y elegir a todas las Chacones y a todos los Rubalcabas que quieran elegir, pero son elecciones en el vacío. Si el PSOE mantiene el poder en Andalucía, tal vez el congreso federal sirva para algo, aunque está por ver para qué; si lo pierde, el congreso habrá sido un sueño, una sombra, una ficción. O incluso algo peor: una frustración.

 

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