A ojo

El papel de la prensa

Denuncian que hay espionaje telefónico en la Comunidad de Madrid. Debe de ser cierto. Desde la Comunidad de Madrid hasta la República de Mongolia Exterior, pasando por los Emiratos del Golfo y por el archipiélago de Tuvalu en el Océano Indico, por el Perú y por la China, por Zimbabue y por Corea del Norte, por Irán, por Irak, por Italia, por Indonesia, todo el mundo tiene pinchado el teléfono.
Están pinchados los jueces, los políticos, los famosos, los militares, los periodistas, los curas. Están pinchadas las guerrillas tamiles y los mayordomos del príncipe de Gales, los capitanes de la flota ballenera japonesa en la Antártida y los astronautas rusos, los presos políticos cubanos, la Casa Blanca de Washington, los narcotraficantes afganos, los banqueros de Zúrich, los terroristas islámicos, la policía de Los Angeles, los amantes de Madonna. Todo el mundo tiene pinchado su teléfono, sea el que sea: fijo o móvil, inalámbrico o satelital. Hasta los servicios secretos que se ocupan de pinchar teléfonos tienen pinchados los suyos, y no sólo por sus rivales, sino por ellos mismos.

Y todas las conversaciones que están pinchadas son filtradas a la prensa.
Filtración necesaria, porque la prensa, a su vez, filtra las conversaciones que se publican. Esta de Osama bin Laden sí, esta del juez Garzón no, esta del hijo de Tita Thyssen editada, esta otra de un traficante de armas sirio con un cardenal romano completa. Si no fuera por la prensa, que decide qué grabaciones filtradas o filtraciones grabadas ven la luz, toda esa inmensa tarea de escuchas legales e ilegales que cubre la totalidad de las conversaciones que se dan en el planeta sería como aquel mapa perfecto de un imperio que describió Borges, tan detallado y preciso que coincidía exactamente en su forma y su tamaño con la forma y el tamaño del imperio. Y en consecuencia no servía para nada.
Para que luego digan que la prensa no tiene futuro.

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