A ojo

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Anuncia Barack Obama una "revisión" (Nuclear Posture Review) de la estrategia nuclear de Estados Unidos, despertando grandes expectativas. Al fin y al cabo, no hace muchos meses Obama declaró en un gran discurso en Praga que su país tenía la "responsabilidad moral" de encabezar el desarme atómico. Pero cada día resulta más evidente que hay dos Obamas distintos y contradictorios: uno que pronuncia discursos y otro que toma decisiones de gobierno. Porque resulta que, mirada de cerca, la "revisión" no es más que la reiteración pura y simple de la misma postura que ha tenido Estados Unidos desde que inventó la bomba atómica y la lanzó por primera vez sobre un blanco enemigo, las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, a manera de advertencia disuasoria. Y con éxito: Japón capituló, y con eso terminó la guerra del Pacífico. La "revisión" ahora anunciada consiste en decir que en adelante Estados Unidos sólo usará la bomba cuando le dé la gana, y si no, no. Y sólo contra quien le dé la gana. Y si no le da la gana, pues no.
El cuándo lo define el nuevo documento diciendo que el Gobierno "sólo considerará el uso de armas nucleares en circunstancias extremas para defender los intereses vitales de Estados Unidos y de sus aliados y socios". Pero ¿quién decide cuáles circunstancias son extremas? ¿Y cuáles intereses son vitales? ¿Y quién es aliado o socio, y quién no lo es? Detrás de la apariencia de precisión y de rigor lo que hay es una vaga nebulosa que permite todas las arbitrariedades del Gobierno norteamericano de turno.
Y el contra quién, ¿quién lo establece? Explica Obama que no serán atacados con armas nucleares los países que no las tengan ellos mismos, lo cual deja a unos cuantos por fuera: Rusia, China, Francia... Y excluye también a los que, además de tenerlas, se hayan negado a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear: Pakistán, India e Israel. Y agrega explícitamente a aquellos que, no teniéndolas todavía, desean tenerlas: Irán y Corea del Norte, los cuales son, por añadidura, calificados de "estados fuera de la ley".

Muy bien. Pero ¿cuál ley? ¿Y quién dicta la ley?
Para resumir la voluntad de no cambiar absolutamete nada que inspira la "revisión" de la estrategia nuclear, remata la faena Robert Gates, el mismo secretario de Defensa del presidente guerrero George W. Bush, que Obama heredó entero y sin beneficio de inventario:
–Todas las opciones están sobre la mesa.
O sea: tal como antes.

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