Puntadas sin hilo

El placer de destruir

 

 

Ahora que le estamos cambiando la camisa a la democracia y a la monarquía, cabe preguntarse si el placer de destruir no será el desconocido ADN de los españoles.

Además de la democracia, con el cuestionamiento de la política, y además de la monarquía, con el enroque del Rey frente al caso Urdangarin, queremos destruir todas las instituciones.

Queremos destruir la Constitución, por mucho que la festejemos.

Queremos destruir el Tribunal Constitucional, por sus sentencias que nos parecen conflictivas.

Queremos destruir las Autonomías, por excesivas o parcas.

Queremos destruir a los bancos, como causantes del mal, muchas veces con razón.

Queremos destruir, y los van a destruir, los derechos adquiridos por los trabajadores con su sudor y sus lágrimas.

Queremos destruir los derechos individuales, con los homosexuales casados o por casar, asustados, y las mujeres que deseen abortar, constreñidas.

Queremos descalificar a los jueces que no sentencien como queremos, con la errónea excusa de la separación de poderes y el gen de la prevaricación en sus huesos.

Queremos destruir la representación de 330.000 vascos, por entender la democracia a nuestro modo.

Queremos destruir los sindicatos, porque se lo llevan crudo y para que las empresas hagan lo que les dé la gana.

Queremos destruir, y destruimos, la presunción de inocencia, que era lo que nos convertía en personas.

Queremos destruir el 15-M, porque sabemos que son nuestros sustitutos.

Al adversario político.

Al equipo rival.

A la mujer que maltratamos.

Al desahuciado.

Al desahuciador.

A los ricos, incluso a los que se lo han currado.

A los heterodoxos.

No admitimos reformas, todos somos destroyers.

El Ártico.

El honor.

Rendimos culto a las armas, cuanto más poderosas y nucleares, mejor.

Ya lo dijo Freud, la cultura es la lucha contra el instinto de agresión.

Y encima vamos de buenos y de pacíficos.

Queremos destruir el tiempo.

Había un dibujo animado de Walt Disney en el que un señor desayuna tranquilamente en el porche de su casa, acompañado de su casa, mientras cantan los pajarillos, y cuando el señor se sube a su automóvil y arranca para ir al trabajo, se convierte en un energúmeno que comete toda clase de desmanes.

Queremos meter en la cárcel a todo el mundo, menos a nuestros familiares delincuentes.

La vida de los países es una constante destrucción de los poderosos a los que no lo son.

Y sin embargo el mundo marcha, y, lentamente, el progreso avanza y la razón se impone a cualquier estúpido ADN. Ya está bien de los negadores de todo. ¡Viva la democracia! Esta democracia, con sus imperfecciones.

 

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Gota del día: Izquierda Unida decidió ausentarse de la celebración del aniversario de la Constitución por considerar, según dijo Cayo Lara, que es papel mojado.   ¿Hizo bien?

 

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Gotísima: El actual Jefe del Gobierno italiano, Mario Monti, además de renunciar a su sueldo, y con una ministra que llora cuando comunica los recortes a los trabajadores, no aplicará el nuevo impuesto inmobiliario a la Iglesia, que se ahorrará 2.500 millones de euros.  ¿Aplicará Rajoy este impuesto a la Iglesia española?

 

 

 

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