Monstruos Perfectos

Las rubias y el estereotipo

Hace unas semanas leí las conclusiones de uno de esos estudios delirantes que se publican de vez en cuando, y en el cual se afirmaba que la capacidad intelectual de los hombres disminuye tras observar fotografías de rubias. El autor de dicha memez científica se llama Thierry Meyer, trabaja en la Universidad París Nanterre y, según su investigación, el efecto se debe a la influencia que tienen los estereotipos en nuestro comportamiento: asumimos que las rubias son tontas, por eso en su presencia rebajamos nuestro nivel de alerta intelectual para, inconscientemente, tratarlas como creemos que son. En serio. O al menos así se lo toma el señor Meyer, que tiene el valor de sostener sus argumentos con otras pruebas tan irrefutables como que esos mismos estereotipos que manejamos son los que nos fuerzan a hablar más despacio frente a los ancianos.

Claro que sí.

Y a mirar a ambos lados antes de cruzar la calle porque asumimos que los conductores son todos unos asesinos, como en los anuncios de la DGT. Y a taparnos los genitales con un cojín cuando estamos viendo el televisor en el sofá porque hemos interiorizado ese estereotipo de la televisión como feroz violadora de la intimidad. Y a sospechar del único vecino de nuestro bloque que siempre nos da los buenos días cuando se cruza con nosotros porque las crónicas de sucesos nos han enseñado que el asesino en serie es siempre, siempre, el miembro más amable de nuestra comunidad.

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